Réquiem de sal


Los dos sabemos nuestro signo
y los contornos y las líneas del azar,
y del verbo amar.

De nuestros ángeles caídos,
y del silencio que susurra desde el mar
un réquiem de sal.

Llévate la luna, déjame el olvido.

Los dos sabemos que lo nuestro fue un lugar,
un tiempo, un laberinto, un palpitar,
un desacato a la distancia, una guarida,
que derribamos lo mejor de nuestras vidas.

Los dos sabemos que lo nuestro es el final
de un cuento que escribió la eternidad,
una pedrada en el cristal, una estampida,
un desencuentro, una estación perdida.

Los dos sabemos nuestro instinto
y nuestros dioses y de la estrella polar
de la libertad.

De Maridalia, de Juan Luis, de Silvio,
y de la brisa marinera y la ciudad
que abrazó la sal.

Qué mirada oscura se metió en tu vino.

Los dos sabemos que lo nuestro fue un lugar,
un tiempo, un laberinto, un palpitar,
un desacato a la distancia, una guarida,
que derribamos lo mejor de nuestras vidas.

Los dos sabemos que lo nuestro es el final
de un cuento que escribió la eternidad,
una pedrada en el cristal, una estampida,
un desencuentro, una estación perdida.

Una pedrada en cristal, una estampida,
un desamparo del reloj
y de la vida.
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Esta canción aparece en la discografía de
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