Festival BarnaSants 2011
María José Hernández, íntima y próxima
No es la primera vez que ésta cantautora aragonesa actúa en el BarnaSants. María José volvió de nuevo para hablarnos de su próximo trabajo y para cantar al amor, al desamor, a la vida y a las gentes.
No es la primera vez que ésta cantautora aragonesa actúa en el BarnaSants. María José volvió de nuevo para hablarnos de su próximo trabajo y para cantar al amor, al desamor, a la vida y a las gentes.
María José Hernández
© Joan Carles Martínez
Escucharla siempre supone un relajo y una cierta emoción por el modo como sabe transmitir sensaciones a través de su voz, porque María José, además de una buena compositora es también una excelente intérprete dotada de una voz singular, melódica y preciosa que además domina a la perfección.
En esta ocasión llegó sola, con su guitarra. Al extremo derecho de la sala Harlem reposaba el piano, instrumento con el que inició su concierto. No venía con ella su inseparable Joaquín Pardinilla, que la acompaña siempre con la guitarra y le transmite una seguridad innegable. En esta ocasión, tuvo que lidiar el “toro” ella sola y eso es algo a lo que no está acostumbrada, pero a pesar de ciertas dudas en momentos concretos, salió airosa del reto. La presencia de público “amigo” hizo todo un poquito más fácil y la ayudó a sentirse cómoda y relajada.
María José canta mucho al amor y al desamor. Muchas de sus canciones son dirigidas a una segunda persona. Escuchándola podría deducirse que la cantautora ha tenido una vida amorosa convulsa y compleja, llena de altibajos y protagonistas que llegan y se van y dejan huella o no. Probablemente no es así pero para eso se hace una cantautora ¿no?, para cantarle a lo que lo merezca o simplemente para transmitir en forma de canciones sentimientos, dudas, miedos y mil cosas mas que sería más complicado hacerlo en forma oral. Eso que acabo de escribir lo explica ella misma más o menos de ese modo, de manera que no me invento nada.
Así pues inauguró su actuación al piano con Entre la suerte y la casualidad y Las estaciones, para después enfrentarse al público cara a cara para cantar algunas de sus nuevas canciones, repasar algo de su último trabajo Círculos Concéntricos y recordarnos con desánimo el tipo de especie humana que somos, capaces de tantas y tantas barbaries entre las que se cuenta la destrucción de nuestro hábitat natural.
Cantó en Fabla aragonesa (una antigua lengua usada aun en el norte de su tierra) Augua que amorta la set. Llegado a este punto debo aplaudir este homenaje a esa lengua porque el mejor modo de preservarla es recordándola y usándola y un modo fácil de hacerlo es con canciones.
Alternó piano con guitarra, canciones nuevas con otras de sus trabajos ya publicados y terminó en los bises con dos canciones que a mí particularmente me gustan mucho que son, una de la propia María José: Ay Luna, que compuso a los 17 años de edad y que es de una madurez asombrosa y también otra increíble canción de la Ronda de Boltaña que se llama Mermelada de moras y que nuestra artista ha hecho suya. Dos canciones intimistas y sensibles para terminar con los ojos vidriosos. Un concierto que mereció la pena.
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