Música Mediterránea (VI)
El Cant de la Sibil·la: la supervivencia de un drama litúrgico medieval
El pasado mes de noviembre, la UNESCO declaró el Cant de la Sibil·la, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
El pasado mes de noviembre, la UNESCO declaró el Cant de la Sibil·la, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
El Cant de la Sibil·la
La introducción de la representación dramática es una de las formas más interesantes con la que la Iglesia, en la época medieval, embelleció su liturgia. Era una forma de adoctrinar el pueblo a través de fórmulas atractivas y a su vez pedagógicas.
Los orígenes del drama litúrgico, como forma musical, se encuentran en un diálogo cantado donde aparecen las tres Marías con un ángel en la tumba de Cristo en la mañana de Pascua. Hay dos documentos datados entorno a mediados siglo X que nos dan información entorno a esta manifestación: un se encuentra en Francia y se trata de un tropo (pequeña melodía) introductorio que se cantaba de forma responsorial, aunque no se sabe del todo si era dramatizado. El otro documento está recogido en un manual de costumbres ceremoniales para la orden benedictina en Inglaterra. En éste da una relación extraordinariamente detallada (el detalle es una característica de toda la documentación de la Iglesia) de cómo tenía que interpretarse el diálogo entre las tres Marías y el ángel tras el responsorio final de Maitines el Domingo de Pascua.
El modelo del drama de Pascua se traslada rápidamente a la festividad de Navidad. Los primeros dramas de Navidad describen la visita de los pastores al pesebre en que nació Cristo y la visita de los Reyes Magos, y se documentan a principios del siglo XI. Otra representación que aparece en aquellas fechas, también interpretada en el ciclo de Navidad, fue la Procesión de los Profetas, que recoge diferentes personajes del Antiguo Testamento y también paganos, tales como Virgilio o la Sibila.
Es en este momento de la historia, pues, donde nace este Cant de la Sibil·la. La representación se ejecuta en Nochebuena y consta de un niño o niña vestido de ángel que canta los textos del Juicio Final con una melodía de canto gregoriano. En sus orígenes esta melodía se cantaba en latín pero, al igual que otros dramas litúrgicos, el Cant de la Sibil·la se empezó a cantar en lengua vernácula. Estas manifestaciones en la lengua del pueblo captaron la imaginación popular de forma muy poderosa y experimentaron un mayor desarrollo que los dramas que mantuvieron el latín como lengua vehicular.
Aunque estas representaciones en lengua vulgar obtienen un gran éxito a nivel popular sobretodo en el siglo XV, el Concilio de Trento un siglo más tarde elimina de la liturgia parte de este imaginario popular al que tachan de demasiado lúdico y poco ortodoxo. La tradición de la Sibila en Europa queda enterrada y solo algunos territorios reductos de la antigua Corona de Aragón hacen caso omiso a las indicaciones tridentinas. Actualmente se continua representando, y casi ininterrumpidamente a lo largo de la historia, en la isla de Mallorca y en el pueblo sardo del Alguer (al norte de la isla de Cerdeña). Se canta este Cant de la Sibil·la en catalán, lengua vernácula del territorio en época medieval, y tiene diferentes versiones dependiendo del pueblo donde se cante; versiones que se diferencian básicamente en la forma de ornamentar los largos melismas de esta melodía medieval. Desde hace unos años otros territorios catalanes empiezan a recuperar esta tradición que recientemente, en noviembre de 2010, ha sido reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
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