«Por Dios, por la Patria y el Rey»
En Marruecos, el rap se pone al servicio del poder
El rap, música urbana y transgresora, tiene sus adeptos en Marruecos, y como en otras latitudes sus cantantes son deslenguados, malhablados y provocadores, pero algunos han sido "domesticados" al poner su arte al servicio de la monarquía y los valores nacionales.
El rap, música urbana y transgresora, tiene sus adeptos en Marruecos, y como en otras latitudes sus cantantes son deslenguados, malhablados y provocadores, pero algunos han sido "domesticados" al poner su arte al servicio de la monarquía y los valores nacionales.
El rapero marroquí Don Bigg, alias el Jaser.
EFE - Canciones en árabe callejero (casi siempre despreciado por la música más "culta"), palabrotas o alusiones al alcohol han hecho del rap una música transgresora en una sociedad sujeta por numerosos tabúes, aunque justo es reconocer que su popularidad no ha traspasado la franja urbana y adolescente.
El rap y el hip hop nacieron en la pasada década, con los aires de apertura traídos por el entonces joven rey Mohamed VI. En la urbe de Casablanca, músicos inquietos que actuaban en un teatro local dieron nacimiento al Festival del Boulevard de jóvenes músicos, punto de encuentro de artistas que buscaban ante todo distanciarse del discurso y las expresiones oficiales.
Letras contra la marginación juvenil, la corrupción en casi todas las esferas gubernamentales y el rechazo de los políticos eran temas recurrentes y contrastaban con el conformismo de la mayor parte del panorama musical.
Entre los ganadores de las primeras ediciones pronto destacó Don Bigg, alias el Jaser (el Deslenguado) que en sus comienzos llamó la atención por sus letras corrosivas, denunciando los vicios y males que padece la sociedad, ganando así un público mayoritariamente de clase popular.
Hoy Don Bigg es el rapero más famoso del país. Sus jeans gigantescos, su camiseta negra, su gorra y sus cadenas brillantes sobre el cuello acercan su estética al de cualquier artista de su estilo en cualquier parte del mundo.
Sin embargo, el colgante que pende de su cadena es el mismo nombre de Allah, y su último éxito, llamado Mabigtch (No quiero) concluye con el lema nacional "Por Dios, por la Patria y el Rey".
Algo ha cambiado entre aquel deslenguado y el actual cantante.
Algunos ya hablan de "rap patriótico", pero él, según comenta a Efe, simplemente se niega a encerrar al rap en lo reivindicativo, pues eso no sería sino caer en un nuevo estereotipo y limitar su aspecto artístico.
Cuando la calle marroquí comenzó el pasado 20 de febrero a llenarse de jóvenes que pedían más libertades -en una curiosa amalgama de izquierdistas e islamistas-, Don Bigg tuvo una de sus salidas de tono más polémicas al distanciarse de ellos con la canción de Mabigtch, en la que llama a los manifestantes "cuatro niñatos, infractores del Ramadán, y cuatro barbudos".
Sea por esta nueva actitud "patriótica" o por su creciente popularidad, Don Bigg ha sacado su música del callejón para llevarla a las butacas de los grandes teatros: el músico ha comenzado una gira por los escenarios más oficiales de las principales ciudades marroquíes, privilegio reservado a los artistas consagrados.
Mucha menos suerte ha tenido otro rapero más alternativo, conocido como "El Haqed" (el cabreado) y hoy preso a espera de juicio tras una extraña trifulca con un joven monárquico.
El Haqed, al contrario que Don Bigg, era un habitual de las manifestaciones del Movimiento 20 de febrero y había hecho de la protesta política materia de sus canciones: "Tenemos que dejar de tener miedo, nadie está contento con el sistema", dice uno de sus temas.
El Movimiento 20 de febrero ya lo considera "detenido político".
Entre "el Deslenguado" y "el Cabreado" caben mil matices, tantos como los que circulan en una sociedad que mira las revoluciones que sacuden el mundo árabe sin decidirse por envidiarlas o por tenerles miedo.
Hicham Bahu, actual co-director del Festival del Boulevard, considera que el rap es, ante todo y como cualquier arte, un estilo personal y libre, pero también critica, sin dar nombres, el hecho de que "muchos raperos de han vuelto conformistas y carecen de profundidad".
El rapero "Barry" lo ve en clave menos ideológica: para él, en Marruecos como en el resto del mundo, el rap se ha comercializado y busca sencillamente aquello que vende más.
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