La «voz» del folklore lanzó Cantora, su disco de dúos
Mercedes Sosa y una zamba para encontrarse
En la historia de los discos de duetos, no debe existir un volumen que mantenga el equilibrio de principio a fin. Siempre hay al menos un tema que desentona un poco. Es muy difícil lograr que todos los invitados alcancen la misma química con el o la protagonista del CD. Incluso, a veces esos encuentros son medio forzados o marketineros, por el simple hecho de juntar, por ejemplo, a grandes figuras de la música clásica con estrellas del pop o el rock.
En la historia de los discos de duetos, no debe existir un volumen que mantenga el equilibrio de principio a fin. Siempre hay al menos un tema que desentona un poco. Es muy difícil lograr que todos los invitados alcancen la misma química con el o la protagonista del CD. Incluso, a veces esos encuentros son medio forzados o marketineros, por el simple hecho de juntar, por ejemplo, a grandes figuras de la música clásica con estrellas del pop o el rock.
Cantora, el nuevo disco de Mercedes Sosa, que acaba de salir (que, en realidad, se trata del primer volumen de un trabajo que terminará de publicar a mediados de este año, con un segundo álbum y un DVD) no es la excepción. Es decir: no escapa a esa regla de que haya en el CD algún altibajo. Pero, lejos de ligarse solamente a figuras rutilantes de la canción, lo que logra Mercedes Sosa en esta placa es convocar a una serie de artistas de diferentes edades y distinta popularidad, que no desentonan con lo que ella vino haciendo durante las últimas décadas. Todo lo contrario: Mercedes Sosa abre el juego, fiel a su estilo, y se mete en un formato reservado para estrellas de la música como ella, sin dejar de hacer lo que siempre ha hecho.
La cantante se rodeó de consagrados amigos (León Gieco, Víctor Heredia, Teresa Parodi, María Graña, Leopoldo Federico y Pedro Aznar), del "Tifón de Arequito", Soledad Pastorutti (para un tema de Paz Martínez) y otros famosos como Caetano Veloso, Joan Manuel Serrat y de los Oscar winners Gustavo Santaolalla y Jorge Drexler, pero también de ese grupo de jóvenes (y no tanto) a quienes quiso amadrinar y los llevó con ella a estudios de grabación y a los escenarios más diversos. De hecho, primero en la víspera del regreso de la democracia a la Argentina, cuando levantó las barreras entre géneros musicales, y más recientemente desde que se recuperó de una larga enfermedad y volvió a cantar frente al público, lo que más hizo fue difundir su último disco, Corazón libre (caracterizado por un sonido claro, pequeño y de finos arreglos, con excelentes toque intimistas) y salir de gira acompañada por un amplio séquito de intérpretes talentosos, pero poco conocidos.
Este disco tiene todo eso: cantantes que poco o mucho tienen que ver con la línea estética de la cantante; algunas instrumentaciones pequeñas que invitan a voces casi susurradas, mérito de su director musical, Popi Spatocco, que se luce prácticamente en toda la placa; los altibajos (joyitas que dan ganas de escuchar una y otra vez, y otras que poco o nada aportan), y un repertorio variado que, a fin de cuentas, no es en absoluto novedad en su discografía.
Mercedes Sosa nunca fue una cantante que se destacara en varios géneros. Por algo se dice que es la voz del folklore argentino. Sin embargo, sus discos dan cuenta de que ha incursionado en el tango y el rock ("Himno de mi corazón", por ejemplo, que aquí grabó con León Gieco), se ha sumergido en la música de Charly García y tuvo en su repertorio en vivo caballitos de batalla como "María, María", un clásico de sus bises, tan identificado con la carrera de Milton Nascimento. Bueno, aquí tampoco sale de su eje. Canta de todo, pero los temas que más conmueven son los folklóricos. Veamos algunos casos de entre lo más y lo menos logrado de esos duetos.
Los dúos con las cantantes Shakira (en "La maza", de Silvio Rodríguez) y Julieta Venegas (en "Sabiéndose de los descalzos") no quedaron a la altura de otras piezas.
En cambio, hay dúos con artistas menos masivos en los que verdaderamente se luce y hay un par de zambas que no son del todo zambas, de singulares versiones. La primera, "Barro tal vez" (que no es zamba sólo en lo formal, por una cuestión estructural de su estribillo) con Mercedes en un dúo de grandes sutilezas con el autor de la pieza, Luis Alberto Spinetta. La otra, "Zamba de los adioses" (que suena a tonada), le permite a Mercedes asimilar junto al dúo Nuevo Cuyo esa manera como Tejada Gómez hacía del paisaje una metáfora, del mismo modo que alguna vez también lo hizo con lo verde, el rocío y el laurel. Y hay que agregar a esta lista la "Zamba para olvidarte", porque la versión que consiguió con Diego Torres es realmente muy bella, lo mismo que el "Romance de la luna tucumana" (aire de zamba, en este caso), acompañada por Luna Monti y Juan Quintero.
Y con ese mismo tono intimista de la apertura —las entrañables "Aquellas pequeñas cosas", "Barro tal vez" y "Corazón vagabundo", esta última con Caetano— cierra la placa junto a Nacha Roldán con "Pájaro de rodillas", toda una declaración de principios exhalada de la pluma de Alfredo Zitarrosa.
Ahora resta esperar la aparición de la segunda parte de esta producción.
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