Eurovision forever
Televisión Española: Justicia divina
La España machadiana que “desprecia lo que ignora”, la que vota a Jaime Mayor Oreja, eurodiputado del PP (derecha) que esta misma semana se vanagloriaba de su bisabuelo que les había prohibido hablar el eusquera, la que dirige una televisión que el miércoles censuró burdamente el momento en que catalanes y vascos silbaban al Rey en el partido de Copa; esa España y no la otra, debió rasgarse las vestiduras ayer en el festival de Eurovisión.
La España machadiana que “desprecia lo que ignora”, la que vota a Jaime Mayor Oreja, eurodiputado del PP (derecha) que esta misma semana se vanagloriaba de su bisabuelo que les había prohibido hablar el eusquera, la que dirige una televisión que el miércoles censuró burdamente el momento en que catalanes y vascos silbaban al Rey en el partido de Copa; esa España y no la otra, debió rasgarse las vestiduras ayer en el festival de Eurovisión.
Nunca me han gustado los nacionalismos excluyentes. La idea de ser mejor o peor por el sólo hecho de haber nacido aquí o allá me parece, cuanto menos, obscena. O peor aún: la idea de que otro sea inferior por haber nacido allá es directamente xenófoba.
Y como en todo, no todos los nacionalismos son iguales: los hay malos y los hay peores. Entre éstos últimos están los que tienen un ejército detrás. A esto se le llama eufemísticamente “Patriotismo”.
En España hay demasiados patriotas: “quita lo tuyo que es peor para poner lo mío que es mejor”. Una buena parte de los lectores de este artículo son latinoamericanos y qué les voy a contar a ellos que ya no sepan.
Una forma clásica de sacar el machito que cada patriota lleva dentro —yo la tengo más grande que tú— es enfrentar a los países en contienda. A veces en el campo de batalla, a veces en un estadio deportivo, a veces en un escenario.
Cada año se celebra el festival de Eurovisión. En este festival, de hecho se enfrentan televisiones, pero —la audiencia es la audiencia— todas la cadenas agitan la bandera del patriotismo para implicar más a sus telespectadores.
Nacionalismo español, Eurovisión y lengua catalana, es un triángulo imposible. Ya en 1968, Joan Manuel Serrat sufrió su primer exilio al querer participar en este festival con una versión en catalán del “La, la, la”. Aun así, desde el año 2004, se oye el catalán en Eurovisión. Paradójicamente —como en tantas otras cosas— nunca de la mano de España, sino de Andorra.
Andorra en un pequeño país situado en los Pirineos, al estilo de Liechtenstein, San Marino o Mónaco. El idioma oficial de este principado es el catalán y en esta lengua, lógicamente, participa. Demasiada ofensa para los patriotas de Televisión Española que, sin ningún pudor, decidieron boicotear la participación de Andorra no emitiendo las semifinales, impidiendo así que los votantes naturales de una canción cantada en catalán —mayoritariamente en España— pudieran clasificar la canción para la final. Esto, y un partido de tenis a la misma hora que la otra semifinal, estuvo incluso a punto de provocar la descalificación de la canción presentada por TVE.
Debe existir una justicia divina —o un boicot de los países enojados por las malas artes de estos salvadores de la patria— que Soraya, la representante de TVE, quedó en la posición 24 sobre 25 participantes, cuando su canción no era ni más espantosa, ni su letra más estúpida, ni su interpretación más estándar, que cualquiera de las otras.
Lo que raya con el realismo mágico es que la canción española se salvó de ocupar el último puesto gracias a los votos de Andorra. Parafraseando a Marx —al otro, a Groucho— este artículo intentaba luchar por el honor de Andorra, lo que probablemente es más de lo que ella ha hecho para sí misma.
La trigésima edición del festival BarnaSants se despide este fin de semana con tres conciertos de Nano Stern, Marta Gómez y Borja Penalba en Cotxeres de Sants, marcando además la última edición bajo la dirección de Pere Camps.
El nuevo disco de Las Migas, titulado Flamencas, representa una vuelta vibrante al flamenco más tradicional desde una perspectiva contemporánea, empoderada y femenina, con colaboraciones destacadas y una propuesta visual renovada.
El reconocido cantautor argentino Abel Pintos presenta Gracias a la vida, un EP de versiones que dialogan con la memoria sentimental del continente. Con interpretaciones personales de obras icónicas, Abel Pintos revisita canciones que marcaron su historia musical y emocional.
La veterana formación extremeña Acetre lanza su duodécimo trabajo discográfico, una inmersión en la música tradicional que abraza la reinterpretación, el mestizaje y la creatividad para celebrar las raíces desde una visión contemporánea.
La editorial Vademécum y el sello discográfico Sonamos presentan un libro de fotografías de Luis Alberto Spinetta tomadas por su amigo y colaborador Eduardo Martí. El volumen, titulado Spinetta, reúne casi 300 imágenes —muchas inéditas— que reconstruyen la vida y obra del músico argentino desde finales de los años 60.