«Caramelos surtidos»
Lidia Borda cautivó en el Café Vinilo en un nuevo surtido de canciones
La intérprete argentina Lidia Borda se presentó junto al pianista Daniel Godfrid en el Café Vinilo de Buenos Aires (Argentina) donde cautivó con su espectáculo Caramelos surtidos, donde enlazó clásicos del rock argentino, canciones en italiano y portugués, y sus infaltables versiones de registro tanguero.
La intérprete argentina Lidia Borda se presentó junto al pianista Daniel Godfrid en el Café Vinilo de Buenos Aires (Argentina) donde cautivó con su espectáculo Caramelos surtidos, donde enlazó clásicos del rock argentino, canciones en italiano y portugués, y sus infaltables versiones de registro tanguero.
Lidia Borda.
Télam - En toda su plenitud y en complicidad con un público afectuoso, Lidia Borda propuso un recorrido por las canciones que de algún modo marcaron su infancia y adolescencia como el Romance de Curro El Palmo", de Joan Manuel Serrat, que cantó en una versión para el recuerdo; evocó a Charly García y Luis Alberto Spinetta, no se olvidó de los clásicos del tango como Mano Blanca y Grisel, y recreó con sensibilidad la obra de artistas como Juan "Tata" Cedrón en un cierre rotundo.
Sentada, parada o en la esquina del escenario para disfrutar de los pasajes que brindó en solitario Godfrid, su compañero musical desde hace ya 11 años, o de los que generosamente le cedió a sus amigos cantores Julieta Laso —voz en la Orquesta Fernández Fierro— o El Negro Falótico, Lidia ofició de anfitriona en una velada plagada de matices, que no solo se escucharon en la elección de su repertorio, sino en su hermosa voz, preparada para adaptarse a lo que pedía cada canción.
"Este nuevo miniciclo de Caramelos surtidos, que hace varias temporadas venimos haciendo con Daniel, es una especie de juego que hacemos con vértigo, nos da la posibilidad de salir del registro tanguero, y de hacer otras canciones sin prejuicios, hay caramelos para todos los gustos", dijo la intérprete al inicio de un concierto que se extendió por más de dos horas, y que se trata del segundo y último que realiza en enero en esta sala porteña.
Entre comentarios y recuerdos, Lidia y Daniel fueron desgranando con soltura y en un diálogo permanente, un repertorio variado en el que nada estuvo librado al azar, en donde todas las piezas forman parte de un mismo relato, enlazados por la música, por las letras, o simplemente por la evocación.
Así, en un clima íntimo y ameno, fueron pasando Solo Dios sabe que, cantado mitad en inglés y mitad en castellano, es una canción de la banda The Beach Boys que luego Pedro Aznar y Charly García grabaron en Tango 4; al que le siguió un enganchadito de García con versiones de Total interferencia y Necesito, y una versión de Háblame de amores, Mariu, una canción italiana que Mercedes Simone cantaba en castellano.
Descolló con su versión de Geni e o Zepelim, incluido en el disco de Chico Buarque Opera do Malandro (1979), el primero que Lidia escuchó en portugués. "Con ese disco aprendí a cantar en portugués, tiene todas canciones maravillosas que las canto desde que tenía 14 años", comentó la artista.
En el encuentro también hubo espacio para el folclore con la chacarera Déjame que me vaya, y los instrumentales en solitario de Godfrid como El gato de la fiesta, también para el tango con piezas como La guinda (Eusebio Delfín y Pedro Mata), y una dupla arrasadora: Palabras sin importancia y Arrabal salvaje, dos poemas de Homero Manzi y Celedonio Flores respectivamente, que el Tata Cedrón musicalizó para convertirlos en canción.
En ese devenir musical en el que Lidia puede ser dulce, potente, arrabalera y conmovedora al mismo tiempo, también hubo espacio para la improvisación con el tango Nada más —estaba fuera del programa— y para una versión instrumental de Vidala del amor, de Horacio Guarany, a quien pocos días de su muerte Borda recordó como alguien "muy querido, resistido y burlado, un artista terrible que escribió canciones hermosas y que tuvo mucho coraje".
Con el espíritu de mirar siempre adelante pero volviendo a los orígenes, la cantante dedicó la canción de Serrat (Romance de Curro "El Palmo") a su hermano Alejandro, quien ayer cumplía 60 años y que junto a su otro hermano Luis (el reconocido guitarrista que reside en Alemania) formaron su gusto musical en su infancia.
"Creo que uno se forma en los primeros años, entre los 15 y los 20, hay muy pocas cosas que modifican la existencia después, y la idea musical también forma parte de eso. En casa había una radio y 20 discos dando vueltas, todos era muy importantes, era la medida justa, ahora, con tanta información, todo es muy confuso y cansador. Mis hermanos Alejandro y Luis, armaron mi universo musical, tenían gustos muy distintos y eso era bueno para mí", expresó antes de interpretar la canción del artista catalán.
Con aplausos interminables y palabras de cariño hacia la intérprete, cerró anoche un nuevo concierto de un espectáculo sólido, dinámico y emocionante.
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