Uno de los principales grupos argentinos en Europa
Los Nocheros: jugando en casa a miles de kilómetros
Los Nocheros culminaron este lunes su minigira europea en Barcelona, después de haber actuado en Londres, Palma de Mallorca y Madrid.
Los Nocheros culminaron este lunes su minigira europea en Barcelona, después de haber actuado en Londres, Palma de Mallorca y Madrid.
Sorprende en la era de la globalización, de Internet, Google, Facebook, MySpace y otra serie de palabrejas, un fenómeno muy curioso que se da en pocos países y esto es, la endogamia musical. El paradigma de este fenómeno es Argentina donde personajes tan afamados, seguidos por verdaderas multitudes y capaces de abarrotar estadios, como por ejemplo Soledad Pastorutti, El Chaqueño Palavecino o Los Nocheros, son desconocidos fuera de sus fronteras o áreas de influencia.
Hay quien explica este fenómeno argumentando que esos artistas son demasiado localistas o, por decirlo de otra manera, "tan argentinos" que no pueden ser ni entendidos y apreciados fuera de su país. Personalmente me parece un débil argumento cuando Atahualpa Yupanqui o Mercedes Sosa —que rezuman argentinidad— han sido fenómenos mundiales indiscutibles.
Yo creo que es más bien falta de ambición, no entendiéndolo necesariamente como algo negativo, sino como una conformidad con el status alcanzado en el propio país y posiblemente una cierta pereza de "volver a empezar" en un lugar, cuando se ha costado tanto llegar a arriba en el otro.
Algo de esto, seguramente, tienen Los Nocheros. Este lunes despidieron su gira europea en la sala Bikini de Barcelona. Una gira que de europea tenía el suelo: el resto era tan argentino como un concierto hecho en Salta, provincia de donde son originarios. Y no quisiera que estos comentarios sonaran a crítica: pretenden únicamente describir una situación.
Esta presunta falta de ambición se notó en el hecho de que la poca promoción que se realizó fue únicamente sobre la comunidad argentina en Barcelona, tal como había pasado días antes en Mallorca y Madrid. Resultado: una sala abarrotada; pero de cada dos asistentes al concierto un par eran argentinos. Los Nocheros jugaban en casa a miles de kilómetros. Tanto es así que incluso Kike Teruel bromeó con la circunstancia: "Por favor, no se regresen a Argentina porque si el año que viene volvemos, estaríamos solos".
Los Nocheros —y perdonen la simplificación pero es para que me entiendan los que no los conocen— son la mezcla de un cuarteto argentino al uso —pongamos por ejemplo Los Chalchaleros o Los Fronterizos— al que se le ha añadido una guitarra eléctrica, un bajo, unos teclados y una batería; pero sin pretender jugar a la fusión, al pop o al rock; es decir, manteniendo la esencia misma del folclore: una zamba sigue siendo una zamba y una chacarera, una chacarera.
En todo caso y fuera de mis comentarios —que más tienen que ver con marketing que con arte—, Los Nocheros plantearon un concierto muy profesional, sólido y, por encima de todo, muy honesto. Y digo esto porque el público —sorprendentemente de todas las edades— ya estaba rendido antes de empezar y sin embargo Los Nocheros lo dieron todo, como si fuera aquel su primer concierto.
Venían a presentar su último disco, La otra luna (2010), del que interpretaron nueve temas Basta de heridas, Camino al tilián, Ayer te vi, Dime, Lluvia, Fue, Dale negrita, La otra luna y Saya. El resto del concierto fue una cuidada antología de sus mayores éxitos. Desde su primer disco Con el alma (1994; Las moras, Con el alma), pasando por Tiempo de amor (1996; Me enamoré de una zamba, Materia pendiente), Signos (1998; La Yapa, Chacarera del rancho), Nocheros (1999; Escríbeme un carta, Canción del adiós, Roja boca), Señal de amor (2001; Señal de amor, No saber de ti, Vuela una lágrima), Nocheros en vivo (2002; Jamás, Entre la tierra y el cielo, Soy como soy), Estado natural (2003; Sólo pa bailarla, Canto nochero) y Noche amiga mía (2004; El humahuaqueño); además de una inspirada versión de un clásico entre clásicos como homenaje a Mercedes Sosa: Balderrama.
Casi dos horas de música sin pretensiones pero bien construida. Sin ambiciones pero sin artificios. Un concierto donde nadie salió decepcionado —bastaba ver las caras de satisfacción— y en donde los Nocheros hicieron alarde de profesionalidad dentro del escenario y de amor y respeto por su público fuera de él.
Empecé a entender el porqué del éxito en su país. Y entendí también el porqué del desconocimiento fuera de él: las cosas, para tenerlas, primero hay que desearlas.
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