Presentación de su nuevo disco
Cuartoelemento: entre el gesto gregario y el arte creativo
La formación argentina Cuartoelemento presentó anoche en el Teatro Alvear su nuevo álbum, Cuarto y yapa, y exhibió una forma de asumir la música a partir de la heterodoxia, la libertad y las construcciones colectivas; una combinación que encuentra su mejor expresión a través del riesgo de la improvisación y el vértigo de la performance en vivo.
La formación argentina Cuartoelemento presentó anoche en el Teatro Alvear su nuevo álbum, Cuarto y yapa, y exhibió una forma de asumir la música a partir de la heterodoxia, la libertad y las construcciones colectivas; una combinación que encuentra su mejor expresión a través del riesgo de la improvisación y el vértigo de la performance en vivo.
Cuartoelemento en el Teatro Alvear
© Télam
Télam/ Mariano Suárez - Es por eso que Cuarto y yapa, cuarto material de la agrupación, es una selección de registros frente al público: los músicos liderados por Rubén “Mono” Izarrualde se ufanan en alcanzar la comunión entre el resultado musical y el acto creativo en sí y por eso —aseguran— trabajan sus versiones casi exclusivamente desde el escenario.
Ese tránsito, próximo a la intuición, pero no por ello reñido con la academia, ha estimulado a Cuartoelemento a revisar el repertorio folclórico sin recortarse a un estilo definido; una exploración que, tal vez, en Cuarto y yapa encontró uno de sus puntos más altos desde la conformación del grupo en 2002.
La propuesta que quedó registrada en Cuarto y yapa potencia el horizonte de Cuartoelemento con una selección de músicos entre los que se cuenta a Raúl Carnota (voz y guitarra), Víctor Carrión (saxo soprano), Mariano Meneghini (trompeta), Lilián Saba (piano), Marcelo Chiodi (quena), Lucas Chamorro (armónica), Quique Sinesi (guitarra), Pablo Giménez (trombón), Lulo Barrera (saxo tenor) y Jerónimo Izarrualde (voz).
En el concierto de presentación del flamante disco, Rubén Izarrualde (flauta y voz), Néstor Gómez (guitarra y voz), Matías González (bajo y voz) y Horacio López (percusión y voz) enfatizaron la riqueza que nace a partir del contraste musical.
Ofrecieron una sonoridad exuberante y orquestal con la Bahionga para Lydia (Néstor Gómez) y conmovieron con la expresión minimalista de Canción del Jangadero (Eduardo Falú-Jaime Dávalos), un adelanto del próximo disco.
Cultivaron la belleza poética de Atahualpa Yupanqui en Piedra y Camino, con el singular fraseo de Carnota y una tímbrica lejana a la que imaginó el compositor; y también la búsqueda instrumental de Negra Lucía (Matías González) y Donde quiera que estés (Quique Sinesi).
Ayudados por el melodismo de la armónica de Lucas Chamorro, vistieron con nuevos ropajes un clásico como La Pomeña (Gustavo Leguizamón-Manuel Castilla) y rescataron también piezas desplazadas del cancionero folclórico como Carta a Don César Perdiguero (Dino Saluzzi y Alberico Mansilla).
Evocaron lenguajes y acentos en apariencia lejanos a través de Nuestra canción de amor española (Charlie Haden) y se envolvieron en la sonoridad norteña, con caligrafía propia, con el aire de huayno La lámpara de AlasDino (Néstor Gómez).
Con el liderazgo en piano de Lilián Saba, Cuartoelemento ofreció una versión poderosa y recargada de La del campo que señala, necesariamente, aquella de enfoque transparente y austero que alumbraron Yupanqui y Pablo del Cerro.
El desenlace, en el álbum y en el concierto, fue Canto a la Telesita, de Rolando Valladares y José Augusto Moreno, registrada con la participación del fallecido Chango Farías Gómez y repasada en vivo con los integrantes de la Orquesta Popular de Cámara, la última creación del músico santiagueño.
Yupanqui y Leguizamón; Heden y Valladares; Saluzzi y Bill Evans. Diversos lenguajes como parte de una misma experiencia colectiva ambiciosa y persuasiva.
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