El gobierno de Madrid suprime la Consejería de Cultura
De cómo eliminar gastos inútiles y ganar elecciones
Dice una vieja leyenda apócrifa que en una ocasión Francisco Franco —el dictador español— le aconsejó a su homólogo portugués Antonio de Oliveira Salazar “usted haga como yo: no se meta en política”.
Dice una vieja leyenda apócrifa que en una ocasión Francisco Franco —el dictador español— le aconsejó a su homólogo portugués Antonio de Oliveira Salazar “usted haga como yo: no se meta en política”.
Nunca he sido demasiado amigo de seguir los consejos de Franco. Soy catalán, demócrata y de izquierdas: ya me habría detenido, torturado y ejecutado a mí mismo. Pero por una vez en la vida quiero darle la razón al Caudillo de España por la Gracia de Dios: no es bueno meterse en política.
Aun así lo intenté en una ocasión y me metí en una comisión sectorial de cultura de un partido de izquierdas, pero salí por patas al descubrir que lo más parecido a un político de izquierdas es un político de derechas y estos salvadores de la patria saben que con las cosas de comer no se juega.
Pero en general, a parte de ese pequeño desliz, viviría alejado de este turbio mundo —cuando no de espaldas— si no fuera por el mal hábito de leer la prensa diaria para saber cuándo y por dónde nos van a dar.
Leo hoy que la presidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre ha anunciado este miércoles la supresión de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte, que desaparecerá en el nuevo organigrama del Gobierno madrileño. Dicho Gobierno cuenta con la mayoría absoluta del PP, la más rancia derecha española. No la derecha europea y demócrata que luchó contra Hitler y Mussolini sino la que ganó una guerra gracias a ellos.
Todas estas medidas, ha dicho la presidenta, pretenden ayudar a las familias madrileñas a superar los efectos de la crisis. Está claro —habrá pensado Espe— que en tiempo de crisis hay que empezar a recortar gastos por lo supérfluo, lo prescindible, lo que no importa a nadie. En otras palabras: la cultura.
Y doble negocio si consideramos que, como dijo el Che Guevara, “un pueblo ignorante es un pueblo fácil de manipular”.
No estuve de acuerdo con el trovador Paco Ibáñez cuando recientemente declaró que “hay que ser un hijo de puta para votar al PP”. Para votar al PP basta con ser ignorante. Y Esperanza Aguirre lo sabe. A ver quién le quitará en unos años la mayoría absoluta.
La cantautora mexicana Natalia Lafourcade actuó en solitario ayer domingo en el Liceu de Barcelona en el marco del Suite Festival, en un concierto cargado de emoción radical, depuración estilística, mestizaje sonoro, dramaturgia íntima y canción de autor en estado puro. Sílvia Pérez Cruz fue su invitada en sensible abrazo musical.
El 22 de julio, más de una docena de artistas se reunirán en Barcelona para rendir tributo a Dioptria, la obra más emblemática de Pau Riba y una de las más referenciales para la Nova Canço. Con la implicación de sus hijos; De Mortimers, la banda que lo acompaño los últimos 20; y nombres como Maria del Mar Bonet, Roger Mas, Pascal Comelade, Oriol Tramvia o Rita Payés; el concierto se plantea como una celebración única de su legado.
El periodista e investigador cubano Humberto Manduley presenta La memoria girando en la luz: Santiago Feliú en mis recuerdos, un libro que rescata la figura del trovador cubano desde la memoria personal, recorriendo su obra, sus influencias y su lugar en la canción de autor contemporánea.
Camila Guevara, joven artista cubana de 24 años nieta de Pablo Milanés y del Che Guevara, ha iniciado su carrera musical con el disco Dame flores, tras un año marcado por la pérdida de su madre, su abuelo y su padre, Camilo Guevara. A pesar del dolor, su voz y su música la han sostenido, componiendo desde emociones intensas y personales.
Con nuevas mezclas de Steven Wilson y el concierto completo en el Carnegie Hall de 1970, Still Living in the Past amplía el histórico recopilatorio de Jethro Tull y ofrece una inmersión exhaustiva en su primera etapa, entre el blues, el folk y el rock progresivo.