Pablo Guerrero reúne 40 años de amor, activismo, poesía y música «a cántaros»

EFE/Javier Herrero - Lobos sin dueño (Warner Music), que se publica este martes en formato físico, reúne en tres discos y por orden cronológico las canciones más emblemáticas de su producción, primando la calidad del sonido, pero sobre todo el texto.

"Creo que en la selección pudo más el poeta que el cantautor", reconoce Pablo Guerrero (Esparragosa de Lares, Extremadura, 1946) en una entrevista con Efe en su casa de Madrid ante este lanzamiento.

La exigencia poética ha sido una constante en la trayectoria de este artista, que se define como "un artesano o pequeño alquimista que une palabras y armonías" y que comenzó su carrera en 1969 con un premio a la letra de Amapolas y espigas, en el desaparecido Festival de Benidorm.

Su nuevo CD arranca y termina con otra pieza fundamental en su vida, A cántaros, que incluyó en 1972 en su primer disco del mismo nombre, cuando aún se dedicaba a la enseñanza, y que considera que le abrió las puertas de la música.

"Ellos seguirán dormidos en sus cuentas corrientes de seguridad. Planearán vender la vida y la muerte y la paz. ¿Le pongo diez metros, en cómodos plazos, de felicidad?", canta en este tema de sorprendente vigencia.

"Es una canción que toca la fibra del ser humano de cualquier época. Se puede entender como una canción de amor o de protesta. Es muy positiva. Me han dicho que ahora tiene más significados que cuando la grabé, que la gente está pidiendo una lluvia fuerte que limpie nuestra casa, una regeneración de la vida pública", apunta.

En la versión coral de este tema que cierra el álbum, Guerrero se reencuentra con amigos y compañeros a los que admira, como Cristina Lliso, Luis Pastor, Lourdes Guerra, Ismael Serrano, Olga Román o Álvaro Urquijo, vocalista de Los Secretos.

Entre medias, suenan otros 38 cortes en los que condensa la temática de su repertorio: canciones de amor, otras más festivas como A tapar la calle (que le inspiró el Mayo del 68), temas irónicos como Evohé y letras que versan más sobre sensaciones como Luna Lucía.

Hay además tres inéditas: Golpe de sombra, Serenata para Lola (que narra el paso de niña a mujer) y Amazona, en la que pone música a una letra de la poeta Beatriz Blanco.

"Aunque es una antología, añadimos canciones nuevas porque queríamos dar la idea de que esto no es un cierre definitivo", explica.

De hecho, avanza que tiene material suficiente para un próximo lanzamiento que podría llegar "rápido", deseo que el fotógrafo Enrique Cidoncha retrata en el libreto con un "41" pintado en una pared.

"Me gustaría pensar que mi obra cumbre está por llegar", añade.

Atrás quedan los tiempos más difíciles, los de la censura franquista que le prohibió un disco completamente grabado, Tierra, en el que musicó a Miguel Hernández.

"Me dolió mucho aquello. Es un disco que se ha perdido. No existe copia ni máster ni manera de recuperarlo", informa.

Con la década de los 80, los cantautores se volvieron "aburridos", dice, pero no desaparecieron, sino que siguieron su trabajo "más silenciosamente".

"Tuvimos un protagonismo que nos obligaba a ser héroes y muchos no estábamos del todo contentos con ese papel", afirma este poeta, que valora el compromiso mostrado estos días por los más jóvenes.

"Son más sensatos y han hablado muy bien, sin violencia, incluso con humildad. Han dicho que quieren una democracia de verdad, que los beneficios del dinero no sean para unos cuantos y que las pérdidas se socialicen", opina.

"Y lo van a tener, porque es un deseo que está en tanta gente que es imparable", augura Guerrero, que arranca su gira este miércoles en la sala Galileo Galilei de Madrid y pasará, entre otros lugares, por el Gran Teatro de Cáceres el 20 de abril.