Gira «Rodar»
Raly Barrionuevo, con una fiesta de identidad en el Ópera de Buenos Aires
Tan diverso como encendido para abrazar desde formaciones distintas un abanico de géneros, Raly Barrionuevo celebró anoche su primer teatro Ópera en solitario con un festivo recital de casi tres horas en el que ratificó su carácter de artista único de la escena local.
Tan diverso como encendido para abrazar desde formaciones distintas un abanico de géneros, Raly Barrionuevo celebró anoche su primer teatro Ópera en solitario con un festivo recital de casi tres horas en el que ratificó su carácter de artista único de la escena local.
Raly Barrionuevo en el teatro Ópera
Télam/Sergio Arboleya - Es que el trovador santiagueño, que respira con impecable naturalidad los colores de la chacarera y de la zamba, montó a partir de ellos un discurso sonoro radical que por un lado unificó la propuesta estética y por el otro permitió percibir claramente las aristas que lo distinguen y definen.
Abrazado a diferentes guitarras (eléctricas, criollas y acústicas) y con una voz cada vez más precisa, Raly vibró de la chacarera al rock, de la cumbia y la guaracha a la canción y del reggae a la zamba, en un tránsito de inalterable coherencia y sentido compromiso.
Porque ¿cuántos artistas pueden dedicarle una canción (Juan del Monte) a los movimientos campesinos? y ¿quién es capaz de poner a 2.500 personas invitando a saltos y a los gritos al zapatista Subcomandante Insurgente Marcos a venirse para el sur de América como sucedió en Oye, Marcos, casi al final de la velada?.
Y Barrionuevo asume estos dichos —y otros que refieren a luchas, a rebeldías, a esperanzas— sin aspavientos pero con la misma serena certeza con la que asume las músicas nativas que lo definen.
Con ese bagaje que lo ubica en un pedestal de autenticidad que sus seguidores saludan por descubrir a alguien capaz de traducir sus rabias y alegrías en canciones, el oriundo de Frías dio un nuevo paso en el circuito formal de la música al colmar una de las salas emblema del centro porteño.
Indisimuladamente feliz, Raly entendió que la mejor manera de asumir este gesto de crecimiento era con un sonido casi atronador para acompañar un repertorio siempre arriba que regaló un conjunto que pasó del trío al octeto a lo largo de la velada.
Siempre junto a dos pilares de su sonoridad como César Elmo (batería y percusión) y Sebastián Sayes (bajo), el elenco musical añadió a Marcelo Gómez (guitarra, coros) y Edgardo Castillo (guitarra, flauta traversa y coros) y sumó los aires del trombonista Martino Gesualdi, el trompetista Nahuel Aschei y anoche, en reemplazo de Agustín Azubel, el saxo tenor estuvo en manos del enorme Martín Pantyrer.
Con 15 minutos de retraso, el concierto comenzó —con su sección de cuatro vientos incluida— dedicado a las canciones de Rodar, su más reciente álbum publicado en 2012 (como El sol parece lluvia, Al costado del camino, Como el sol, Mochileros, Bower) pero el clima cancionero pasó a la pachanga con la cumbia Luna del albigasta y la guaracha santiagueña Mujer de fuego que arrancó la primera ovación.
El desafío de cómo continuar tras esa explosión de júbilo, ya sin los vientos, se resolvió desde la tremenda conmoción generada por la presencia de Liliana Herrero que dotó de carnadura a Niña fuego de la América sangrada y entregó el mejor pasaje de todo el programa.
La hermosa Mujer caminante (también de Rodar) dio paso a un enganchado nativo con Zamba de usted, Corazón de lechiguana y Añorando, entre más, como prólogo a otro pasaje telúrico pero propio y electrificado que incluyó Eva Luna, Juan de los montes, El activista y Niña luna, con el aporte de Lisandro Aristimuño desde una guitarra encendida.
La vuelta de los vientistas sirvió para una interminable versión de Hasta siempre, Como danza la esperanza y Si acaso vuelves (que dedicó a su madre Olga, fallecida a inicios de este año).
Una visita a La Telesita, a la que presentó como "una de las chacareras más poderosas del mundo", prologó otra seguidilla estridente con su firma donde se apreciaron La Rafa Touriño, Frías, Un pájaro canta (dedicado a Jacinto Piedra), Ey, Paisano, Circo criollo, Gato del festival y Chacarera del exilio.
Con Oye, Marcos y Somos nosotros, dos explícitas piezas de su autoría, Raly clausuró una recorrida donde la intensidad y las variaciones ratificaron su personalísimo carácter.
Antes de embarcarse en los festivales folclóricos de verano, el artista se presentará mañana en Viale (Entre Ríos), el 1 de diciembre en Bella Vista (Chile), el 10 en Godoy Cruz (Mendoza), el 22 en Colón (Buenos Aires) y el 28 en Frías.
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