Reflexiones en voz alta
Claves para desentrañar el secreto de la calidad discográfica en tiempos de crisis
Ayer tenía previsto hacer un artículo dedicado a Javier Maroto y, en concreto, a su disco recientemente publicado con el título de El cambio, pero cuando me dispuse a realizarlo, reparé, de una forma más consciente, en la gran calidad de su CD como "producto discográfico", tanto desde el punto de vista musical, como del diseño y de la edición.
Ayer tenía previsto hacer un artículo dedicado a Javier Maroto y, en concreto, a su disco recientemente publicado con el título de El cambio, pero cuando me dispuse a realizarlo, reparé, de una forma más consciente, en la gran calidad de su CD como "producto discográfico", tanto desde el punto de vista musical, como del diseño y de la edición.
Portadas de discos.
Portadas de discos.
Ante esa percepción me surgió la necesidad de atrasar la presentación del disco de Javier Maroto, con el fin de hoy escribir un artículo previo, y más general, reflexionando sobre la enorme calidad musical, e incluso de edición, con la que se están publicando últimamente discos de "canción de autor" como el de Javier. Me refiero, por poner algunos ejemplos, a disco que he recibido a lo largo de este año que se nos va, como los de Gatoperro, Carmen París, Diego Ojeda, Alberto Alcalá, Muerdo, Andrés Sudón, Javier Bergia, Martínez Ares, Ester Zecco, Manuel Cuesta, Xurxo Mares, José Luis Mundi, Jordi Calvet, Dani Fernán, Laura Granados, etc. etc.; obras la mayoría de ellas autoproducidas. y que no han contado con el apoyo de las multinacionales o "superdiscográficas" importantes.
Este hecho, que es tangible y evidente, en principio puede sorprender —y de hecho sorprende— teniendo en cuenta los famosos tiempos de "crisis" por los que estamos atravesando; una crisis que además, en estos tiempos, se ensaña particularmente con la cultura —convertida en una de sus mayores víctimas—, y en la que la gran y prepotente industria discográfica prácticamente ha desaparecido; y la que sobrevive no está dispuesta a apostar y arriesgar por la joven "canción de autor"; hecha aquí y para los de aquí, y con criterios de compromiso y calidad.
Desde mi punto de vista, dado lo que conozco sobre la "canción de autor" actual —y conozco bastante—, y dadas las percepciones que recibo a diario del trabajo de sus autores y autoras, puedo afirmar que esa sorpresa evidentemente se produce —de forma incuestionable—, pero no porque haya una industria y un mercado detrás empujando; sino como consecuencia de otra gran "sorpresa" que no hay crisis que pueda cargársela.
Me refiero a la sorpresa que siempre puede ofrecernos la "grandeza humana" que cuando cree en algo, cuando acuna sueños y proyectos, cuando es capaz de amar —hasta el apasionamiento— lo que quiere y lo que le gusta hacer, se dispara en imaginación y no hay quien la contenga o la pare. Imaginación creativa a la hora de componer e interpretar; e imaginación más práctica para buscar recursos y medios que le den forma a sueños y a proyectos concretos, en este caso, expresados en esos magníficos discos a los que antes hacía referencia.
Y me estoy refiriendo también a una "grandeza humana", en particular, de los creadores —en nuestro caso compositores— que, curiosamente, son los que más se crecen cuando se les ponen obstáculos por delante.
Es curioso, frente a crisis desigualitarias y de "clase", como las que estamos viviendo en España, a valores como la imaginación, se unen otros que fortalecen y le dan aire a la creatividad, me refiero por ejemplo, a la ilusión, al empeño —la no-rendición—, al riesgo como reto, a la valoración y la búsqueda del trabajo bien hecho, a la coherencia, a la colaboración y, en particular, a la generosidad.
Pues bien, para mí ahí se encuentra la "clave del secreto de la calidad discográfica en tiempo de crisis" como los que estamos viviendo actualmente en España: La clave está en la calidad humana de sus creadores: compositores, poetas, interpretes, músicos instrumentistas —de muchísima calidad—, productores, técnicos de sonido, ilustradores y ¡cómo no!, en algunos casos, pequeñas discográficas que prestan su apoyo en lo que pueden y con los muy limitados medios de que disponen.... Personajes, todos ellos, "indomables" e "ilusionados" —yo también me siento ahí dentro— que arriesgando mucho, con mucho trabajo, y mucho sacrificio se han decidido a darle la razón al amigo Pablo Guerrero —referente ejemplar— cuando dice y canta que "los sueños son posibles".
En realidad no tendría ya más que decir por hoy, sin embargo me gustaría completar este artículo con dos pequeñas reflexiones finales:
La primera es que, evidentemente, ante la calidad discográfica que nos están proporcionando nuestros jóvenes cantautores hasta en tiempos de crisis, tenemos que COMPRAR DISCOS; en primer lugar porque así estamos consiguiendo un seguro de "disfrute" personal; y en segundo lugar porque COMPRANDO DISCOS —por ejemplo participando en las campañas de "mecenazgo"— estamos agradeciendo, impulsando y fortaleciendo el trabajo y la generosidad de nuestros jóvenes cantautores y cantautoras.
La segunda reflexión es que, en el contexto de todo lo que he escrito —que es lo que pienso y lo que creo—, entenderéis el por qué de mi obsesión por la HUMILDAD; la humildad del creador es sin duda otro de esos valores imprescindibles que caracterizan a la auténtica grandeza humana y que contribuye, muy eficazmente a este desarrollo de la calidad en tiempos de crisis, del que venimos hablando.
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