Antony and the Johnsons en España

El corazón en claroscuro del inmenso Antony Hegarty pone en pie al Teatro Real de Madrid

AGENCIAS el 20/07/2014 

Nanas que se hacen arias, lamentos del corazón, melodías largas como el dolor de la humanidad... Antony Hegarty, de Antony and the Johnsons, ha llenado la pasada noche de magia y poesía el Real, puesto en pie para agradecer la inmensa emoción del inglés, que ha abierto su corazón en claroscuro en un exquisito concierto.

Antony Hegarty

EFE - La performance que ha estrenado la pasada noche en España, titulada Swanlights, como el álbum de Antony and the Johnsons de 2010, es un encargo del Museum of Modern Art (MoMA), que solo se ha representado en Nueva York, Londres y Manchester y que está formada por 17 temas de los cuatro discos que han grabado hasta ahora.

Hegarty, que da con Swanlights un paso más en la creación escénica tras la presentación de Crying Light (2009), ha transportado al auditorio, de una media de edad bastante más baja que la que suele llenar el Real, a un lugar mágico, donde el amor, la esperanza y el asombro trascienden la muerte y el género, un poético viaje que ha hecho llorar a muchos.

Con las manos juntas como en una súplica, el inglés ha sido padre, médium y oráculo y ha atrapado en su dolor al público, que ha aplaudido con devoción cada uno de los temas, especialmente For today i am a boy, Crazy in love, I fell in love with a dead boy Criple and the starfish o My sister.

Las canciones de Antony están traspasadas por emociones inmensas que han encontrado en los 49 profesores de la orquesta titular del Real que le han acompañado en el escenario el contrapunto perfecto a su discurso, y eso que jamás, según él mismo explicaba, habían interpretado su música.

Dirigidos por Rob Moose y con Gael Rakotondrabe al piano, han seguido con sutileza y perfectamente sincronizados al cantante.

Los arreglos orquestales, que firman el propio Moose, Nico Muhly y Maxim Moston, se elevan desde las notas del piano hasta alcanzar cumbres con las cuerdas, erigen tormentosas variaciones o arpegios propios de una ópera de Philip Glass.

Recuperan además el arrollador tema de Beyoncé Crazy in Love, probablemente la más estrafalaria y bella creación de la cantante que Antony hace más implorante y menos salvaje.

Envuelto su 1,83 con un traje de noche blanco, que a veces parece digno de una diva y otras la túnica de Jesucristo Redentor, Antony permanece solo en el centro del escenario casi una hora y cuarto, momento en el que la orquesta se revela detrás del inmenso telón cosido como las facetas del cuarzo, el mineral protagonista de la escenografía diseñada por Carl Robertshaw.

La escena de Robertshaw es un ensamblaje de una especie de bolsas estructuradas, blancas y plateadas, que con las diferentes luces sugieren un bosque, un abrupto acantilado, un arrecife de coral o un universo helado.

El artista Chris Levine y el diseñador Paul Normandale se ocupan de las luces, que dibujan con láser ectoplasmas curvilíneos, redes diagonales, una jaula cristalina o una nube de coloridas "luciérnagas".

En ese entorno, Hegarty (Chichester, 1971) despliega su inclasificable voz, un tono andrógino de admirable vibrato siempre suspendido entre la melancolía y la sorpresa.

Swanlights son sus canciones más contemplativas, las más líricas y las que contienen sus mensajes más queridos sobre lo que le rodea —"Necesito otro mundo/ Este está a punto de acabarse" (Another world)— y que abarcan la naturaleza, la mortalidad, el amor, el dolor o el transgénero.

El concierto, que siempre mantiene el foco en la música, de forma que la cara de Antony solo se ve con claridad al final, comienza con una performance de cinco minutos de Johanna Constantine, vestida con una ajustada malla con detalles metálicos y con una suerte de puntiagudas alas que mueve mientras se oyen cantos de pájaros y pulsos electrónicos.

Antony ha vuelto al Real porque así se lo pidió su anterior intendente, Gerard Mortier, cuando finalizó en 2012 las representaciones Vida y muerte de Marina Abramovic, acompañado de la propia Abramovic y Willem Dafoe.

Por eso, al finalizar el bis que tenía preparado, You are my sister, ha querido dar las gracias a Mortier "por traerle", un gesto que ha sido acogido con una ovación cerrada.


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