Novedad discográfica
El Twanguero: «Con la guitarra no hay fronteras»
Pachuco es la nueva creación de Diego García El Twanguero (Valencia, 1976), un gigante de la guitarra que no hace discos sino 'estudios antropológicos' y que con Pachuco, su nuevo trabajo, apuntala una sólida trayectoria en solitario tras el éxito de álbumes como Argentina Songbook y The Brooklyn Sessions, a una Gibson siempre inevitable y pasionalmente encadenado.
Pachuco es la nueva creación de Diego García El Twanguero (Valencia, 1976), un gigante de la guitarra que no hace discos sino 'estudios antropológicos' y que con Pachuco, su nuevo trabajo, apuntala una sólida trayectoria en solitario tras el éxito de álbumes como Argentina Songbook y The Brooklyn Sessions, a una Gibson siempre inevitable y pasionalmente encadenado.
Portada de «Pachuco» de El Twanguero.
EP/David Gallardo - El virtuoso guitarrista Diego García El Twanguero ha seguido sus viajes y aventuras por el continente americano y ha investigado esta vez en la tradición latina que nació en Los Angeles en los años 40. Mambo, swing, rumba y rockabilly se dan la mano Pachuco, su nuevo trabajo, con un repertorio original, trepidante y apto para el baile y el desenfreno (con producción de Candy Caramelo, lo que no es más que otra garantía).
"Me he inspirado en el choque cultural entre los latinos y los gringos, incluso desde el punto de vista de lo social, aunque centrado en la música, para investigar cómo se junta el rockabilly con el mambo y el surf con el cha cha cha", explica a Europa Press El Twanguero, para después añadir que también le interesa la "estética retro del pachuco vestido de mafioso, que podría ser la conexión con el tango argentino del sur".
Se trata pues, en definitiva, de relatar "ese enfrentamiento norte y sur contado a través de la música", dando un resultado final que sería algo así "como si Celia Cruz y Dick Dale se juntaran para hacer una banda sonora para Quentin Tarantino", con mucho ritmo, percusiones, melodías seductoras y el toque único de su vieja Gibson dorada.
"Soy muy viajero y trato de hacer un disco allá donde voy. Intento adentrarme y absorber las cosas de primera mano, que es lo contrario a lo que se hace ahora, cuando la gente piensa que todo está en YouTube. Me lo creo más haciéndolo si lo he vivido porque te fijas en sonidos, circunstancias, caras, gestos y sensaciones", resalta.
"Yo canto con la guitarra"
No resulta extraño que un tipo que puede presumir -aunque no lo haga- de haber tocado con Enrique Bunbury, Andrés Calamaro, Santiago Auserón, Diego El Cigala, Juanes o Wyclef Jean, entre otros, afirme con indisimulable orgullo que para él la guitarra son sus "cuerdas vocales". "Yo canto con la guitarra, no veo otra forma, es demasiado tarde para plantearme otra forma de comunicación", remacha.
En esta línea, explica que ser guitarrista le da originalidad e "internacionalidad", puesto que "siempre va a haber algún friki en Hong Kong al que le guste escuchar el sonido de una guitarra". "Yo voy de aquí para allá y no hay fronteras con la guitarra. Esto me lo han reconocido muchos ilustres amigos músicos que sí notan esa dificultad de comunicación al cantar", indica.
"Yo toco la guitarra en la cabeza y practico mentalmente casi constantemente, estoy enganchado de por vida", confiesa entre risas, para después añadir que su obsesión es comunicarse "con la gente que anda por la calle", porque es en definitiva de la que se alimenta "cada día" para componer. "Y la gente quiere cantar o bailar", asegura, remarcando que en Pachuco hay precisamente mucho de eso, mucho de baile.
En esta línea, aclara que no quiere que el público le vea y sienta que ofrece algo que "sólo entienden cuatro o cinco". Por eso subraya que él se considera un "melómano con el compromiso de investigar", pero que también sabe "abandonar la parte intelectual" para mantener viva la emoción de la adolescencia, que es la que más propicia la conexión.
Pero como no puede evitar proseguir con esas investigaciones, adelanta que le gustaría adentrarse en las "raíces de la música española, Joaquín Rodrigo, Manuel de Falla, el flamenco y la copla, tratando de cambiarle un poco el vestido y mostrárselo a la gente".
"Imagina que pudiera yo tocar en Glastonbury, con un muro de amplificadores Marshall detrás, un repertorio basado en el pasodoble y la copla. Llevarle todo eso a un chaval de Manchester, que necesita escuchar una guitarra eléctrica para sentirlo. Me gustaría tender un puente entre todo eso con un punto rock", concluye casi con la mirada perdida, como si acabara de encontrar la manera exacta de llevar a cabo de su enésima visión musical.
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