En Buenos Aires
Festivo concierto de Kevin Johansen en el Centro Cultural Kirchner
El cantautor argentino Kevin Johansen ofreció anoche en el Centro Cultural Néstor Kirchner un festivo concierto junto a su multitudinaria banda The Nada en el que recorrieron una selección de las canciones más contagiosas y coloridas de su heterogéneo repertorio de sonidos rioplatenses.
El cantautor argentino Kevin Johansen ofreció anoche en el Centro Cultural Néstor Kirchner un festivo concierto junto a su multitudinaria banda The Nada en el que recorrieron una selección de las canciones más contagiosas y coloridas de su heterogéneo repertorio de sonidos rioplatenses.
Kevin Johansen en el Centro Cultural Kirchner.
Télam | Solange Levinton - Road movie, del disco Logo, fue el tema con el que Kevin Johansen, el músico oriundo de Alaska, bautizó su debut en el salón Ballena Azul del flamante espacio ubicado en el Bajo porteño, seguido por Amor finito, de su álbum doble Bi, que interpretó —instrumento en mano, en modo "unplugged"— recorriendo los pasillos de la platea escoltado por los aplausos del público.
Luego fue el turno de Baja la tierra, tema que compuso a cuatro manos y grabó a dos voces junto a la mexicana Lila Downs (que se estaba presentando en Argentina esa noche) y la pegadiza En mi cabeza, que él mismo definió como una "cumbia andina glam" y que su banda adornó con una esforzada coreografía al mejor estilo Sábados tropicales.
Acompañado por Juan Manuel Alvarez (bajo y coros), Enrique "Zurdo" Roizner (batería), Andrés Reboratti (flauta y saxo), Nicolás Said (saco y flautas), Maximiliano Padín (charango, ronroco y cavaquinho), Sebastián Massolo (guitarra eléctrica), Lucas Espina (percusión); Pedro Onetto (teclados y acordeón) y Mariano Massolo (armónica), el gran ausente de la noche fue el humorista gráfico Liniers.
Devenido en acólito inseparable del músico desde hace siete años, su presencia improvisando dibujos en vivo durante los shows fue suplida esta vez con sus simpáticas creaciones proyectadas en una pantalla.
La noche, enmarcada en el ciclo de conciertos "Música del Sur", continuó con Vecino, My name is peligro, tema que escribió ante los embates temerarios de su hijo Tom Atahualpa y cuyo sonido estuvo inspirado en las melodías de las películas spaghetti western, y Mc Guevara o Che Donalds, en donde se burla de la imagen comercial de la revolución.
La primera mitad de la velada, Johansen eligió visitar los temas más lentos de su variopinto cancionero, poblados por los más diversos ritmos del folclore regional y que mantuvieron al público escuchando sentado y tranquilo desde sus butacas: Hindú blues (suerte de oda al "estado de enamoramiento"), La hamaca, Luna sobre Porto Alegre y la celebrada Desde que te perdí.
Siguieron la milonguita criolla Daisy y la hipnótica Ooops!, en memoria del fallecido Daniel Rabinovich, que Johansen había dedicado en su disco City Zen al grupo humorístico Les Luthiers.
El primer subidón de la noche llegó de la infaltable Cumbiera intelectual, canción en la que el cantautor se metió entre el público a bailar con las señoritas presentes y que terminó, como ya es tradición, con buena parte de la platea femenina enceguecida y regalando pasos sugerentes sobre el escenario.
Para bajar un poco —sólo momentáneamente— el nivel de acaloramiento, Johansen desempolvó Down with my baby, composición que lo catapultó a la fama allá por 2003, al ser utilizada como banda de sonido "para el cachondeo" —como él mismo definió— en la telenovela Resistiré (Telefe); seguida por Sos tan fashion, Everything is y Que lindo que es soñar.
Hacia el final, y con gran parte del público ya fuera de sus asientos, el concierto terminó con las movedizas No digas quizás, Sur o no sur y Guacamole, que incitó un colorido descontrol de la platea, bailando animadamente junto al músico en los pasillos de la sala.
Fiel a la convención que Kevin Johansen estableció con los seguidores habituales de sus conciertos, el show culminó con el clásico Fin de fiesta seguido de una verdadera ovación.
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