El fin y el medio
un niño es un niño,
y el miedo es el miedo.
Destierro es destierro
y una hipocresía es una hipocresía.
No hay signos, no hay bandos, no hay ideología ni misterio.
No hay un solo fin que justifique cualquier medio.
Un daño es un daño del verbo dañar
y todos los daños son daños centrales.
Un niño es un niño, no existen los daños colaterales.
No hay raza, no hay credo, no hay diferencias de criterio.
No hay un solo fin que justifique cualquier medio.
El fin es un punto por siempre distante,
una cambiante ficción,
un ciclón a merced de una hoja,
una paradoja como las de Zenón,
donde algo parece que se va acercando,
siempre se escapa, siempre se esconde,
siempre a la misma exacta distancia de un mismo horizonte.
Una hilera de refugiados palestinos dejando para siempre Lydda.
Una hilera de refugiados judíos dejando para siempre Toledo.
Destierros, destierro, no hay justificante ni misterio.
No hay un solo fin que justifique cualquier medio.
No hay un solo fin que justifique cualquier medio.
No hay un solo fin.
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