Vivió allí entre 1963 y 1965
Violeta Parra ya tiene plaza en Ginebra, penúltimo escalón de su agitada vida
La artista chilena Violeta Parra pasó tres años clave del final de su vida en Ginebra, y la ciudad suiza ha querido inmortalizar esa etapa con una plaza dedicada a la inmortal cantautora, como parte de una campaña local por añadir más nombres femeninos al callejero.
La artista chilena Violeta Parra pasó tres años clave del final de su vida en Ginebra, y la ciudad suiza ha querido inmortalizar esa etapa con una plaza dedicada a la inmortal cantautora, como parte de una campaña local por añadir más nombres femeninos al callejero.
Violeta Parra ya tiene plaza en Ginebra, penúltimo escalón de su agitada vida.
EFE | Antonio Broto - Entre 1963 y 1965, dos años antes de su prematura muerte, la que es una de las grandes figuras de la cultura de Chile vivió en Ginebra junto a uno de los amores de su vida, el musicólogo suizo Gilbert Favre, en el número 15 de la céntrica calle Voltaire, donde se recuerda el paso de Parra con una pequeña placa.
Desde el pasado martes 6 de septiembre no es el único elemento urbano que recuerda en la ciudad a la autora de Volver a los 17, ya que ese día se inauguró oficialmente la Plaza Violeta Parra en la comuna de Onex, un barrio obrero de las afueras de la ciudad.
En el acto participó Felisa Parra, nieta belga de la universal artista, quien se mostró emocionada por el homenaje a su familia y junto al músico chileno Pancho González tocó y cantó varias de las canciones de su abuela durante la inauguración.
"Es muy emocionante ver el trabajo de tanta gente, que piensen que hay cosas importantes que hacer y defender, y saber que lo que aquí dejó Violeta continúa", señaló Felisa en declaraciones a Efe.
Parra vivió en Ginebra junto a Favre y sus hijas Isabel y Carmen Luisa (madre de Felisa), después de pasar dos años en París, y en la ciudad suiza, dicen los biógrafos, su música derivó más hacia la militancia política, con temas como Miren como sonríen o Qué dirá el Santo Padre, que le entroncaron con la Nueva Canción Chilena.
En Ginebra concedió entrevistas, grabó un disco, expuso sus tapices en la universidad local y dio pequeños conciertos, antes de regresar a Chile en 1965, poco antes de quitarse la vida en febrero de 1967.
"Éste fue para ella un lugar donde poder respirar, vivir una historia personal llena de ilusiones que finalmente no perduró pero donde encontró muchos amigos", recordó a Efe Ariel Sanzana, quien representó en el acto de inauguración a la comunidad chilena en la ciudad, formada según él por más de 2.000 personas.
"Hace mucho tiempo que buscamos dejar en la topografía de la ciudad una huella de la presencia chilena, que ha sido importante en Ginebra", subrayó Sanzana, destacando que esa presencia se inició especialmente tras el golpe de Estado de 1973, con la afluencia de numerosos refugiados políticos.
La alcaldesa de la comuna de Onex, Carole-Anne Kast, recordó en la inauguración que hace años se intentó que la plaza que desde ahora lleva el nombre de Parra homenajeara al presidente Salvador Allende, derrocado en 1973, aunque finalmente las leyes locales lo impidieron, pues éstas exigen una relación más estrecha con Ginebra de las personalidades homenajeadas con calle propia.
La nueva plaza Violeta Parra es además un éxito del movimiento feminista ginebrino Escouade, quien en años recientes denunció que las mujeres están infrarrepresentadas en el callejero local (de las alrededor de 500 personalidades recordadas en él, un 93 % son hombres).
Este movimiento colgó en años pasados cien placas alternativas de color violeta, con mujeres célebres, junto a las oficiales en las que se recordaba a famosos hombres locales, y Parra fue una de las elegidas en este acto reivindicativo: desde esta semana tiene su propia plaza, en la que cada día juegan hijos de familias migrantes.
"La veo mejor aquí, en este barrio, que en los de la parte alta de la ciudad", afirmó Sanzana, antes de subrayar que la música de Parra se toca en muchas fiestas barriales de Ginebra y la relación de la cosmopolita urbe suiza con la artista siempre será muy estrecha.
Parte de la culpa de esa estrecha relación fue de Favre: a él dedicó Parra en 1966 dos de sus últimas y más célebres canciones, Gracias a la vida y Run run se fue pa'l norte, poco después de que la relación entre ambos terminara y él continuara su vida y su carrera en Bolivia, donde se casaría y tendría dos hijos.
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