«Gracias a la Vida Tour 2014»
Joan Báez ratificó sobre el escenario que «No nos moverán»
Joan Báez, ícono de la canción de protesta, deslumbró al público desde su talento despojado, sintetizando su propuesta al entonar —en castellano y a capella— la frase-canción, No nos moverán.
Joan Báez, ícono de la canción de protesta, deslumbró al público desde su talento despojado, sintetizando su propuesta al entonar —en castellano y a capella— la frase-canción, No nos moverán.
Joan Báez en Argentina
Télam/Laura Ferré - En la primera de sus dos presentaciones porteñas, la artista norteamericana celebró con hondura su regreso a la región.
"Gracias a la vida" es el nombre del tour que la llevó a asomarse —sola— al escenario situado sobre la calle Corrientes, ataviada de jeans y camisa roja, para inaugurar una velada intimista, en la cual la gente, como si fueran viejos amigos fue —poco a poco— saboreando los sutiles platos del festín.
La dama del cabello plateado recorrió con exquisitez, sin estridencias ni declamaciones marketineras, un abanico de canciones que se desplegó con naturalidad y buen sonido, tanto en inglés como en un castellano fluido, haciendo honor a los orígenes mexicanos de su padre.
El trío de canciones que abrió la noche mostró a la artista sólo custodiada por su guitarra acústica, gesto que le permitió ir construyendo la comunión con el público, en un crescendo inicial con God is God, para dejar ya establecido un código de emociones en la bella Farewell Angelina.
La expresividad de la artista no necesitó de andamiajes lujosos, sólo su voz límpida que resiste el paso del tiempo y la compañía de dos músicos virtuosos, Dirk Powell sorprendiendo al alternar mandolina, banjo, guitarra y piano, más la poderosa percusión, a cargo de su hijo, Gabriel Harris.
Joan Báez por momentos se transformó en una actriz de la voz, aportando colores y dejando como nuevos a los relatos ya clásicos de La llorona, Gracias a la vida, o regalar una romántica versión de Te recuerdo Amanda.
León Gieco fue el invitado sorpresa del recital y con él llegaron los homenajes a Mercedes Sosa, destacándose Como la cigarra, coreada de pie por los asistentes y arengada por Gieco para lograr combinar en perfectas dosis el bullicio y la emoción.
La elección del repertorio que incluyó Blowing in the wind, clásico de Bob Dylan para uno de los celebrados bises, definió la posición de esta luchadora por la causa de los más débiles que sigue parada en sus convicciones, sin necesitar de un aparato escenográfico o discursivo para afirmarlo.
Quizás el final con Báez cantando a capella la quasi plegaria No nos moverán, junto a la gente de pie y haciendo palmas, más la decisión de incluir Mi venganza personal, del nicaragüense Tomás Borge sintetizaron la impronta del show.
"…mi venganza personal será mostrarte estas manos que una vez vos maltrataste sin lograr que abandonaran la ternura…", reza la desgarradora lírica del fallecido comandante de la Nicaragua sandinista, y con esta ardiente dulzura se desplegó el arte de Báez durante casi dos horas.
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