Novedad discográfica
Xarim Aresté lanza «La rosada», su segundo trabajo en solitario
Xarim Aresté es uno de los músicos más prolíficos, originales e iluminados del panorama musical catalán. Acaba de lanzar La rosada, su segundo disco en solitario, un inspirado trabajo que viene acompañado de un segundo CD, Cine Ebro, que muestra otra faceta distinta de este talentoso músico.
Xarim Aresté es uno de los músicos más prolíficos, originales e iluminados del panorama musical catalán. Acaba de lanzar La rosada, su segundo disco en solitario, un inspirado trabajo que viene acompañado de un segundo CD, Cine Ebro, que muestra otra faceta distinta de este talentoso músico.
Portada del disco «La rosada» de Xarim Aresté.
Xarim Aresté tenía apenas 13 años cuando montó en Flix (Tarragona) su primera banda de punk, Ratera, que daría paso a Dog Hair, Mala Sang y alguna más. Nada más aterrizar en Barcelona, se enroló en el proyecto de rumba posmoderna Pantanito, que compaginaba con el garaje de Monoxide Pills. En estas bandas, Xarim Aresté ya captaba la atención sin proponérselo, escorado en un rincón del escenario pero generando riffs incendiarios sin parar.
Esta energía se proyectó a su primer gran proyecto personal, Very Pomelo, banda que nos ha legado tres discos excelentes, auténticas bombas de rock'n'roll destartalado, con la incunable Xurrac asclat como cima creativa y una colaboración con Josele Santiago como guinda del pastel.
Paralelamente, Xarim Aresté comenzó a poner su guitarra al servicio de otros, tocando con artistas como Sanjosex, Maika Makovski, Paul Fuster o Antonio Arias. Su presencia cautivó también a los seguidores de Sopa de Cabra que llenaron tres veces el Sant Jordi en la gira de reencuentro del grupo.
Entonces vendría su debut en solitario, Lladregots (Ladronzuelos), y el disco Tothom ho sap (Todo el mundo lo sabe) cocinado a cuatro manos con Gerard Quintana.
La última infidelidad: un par de colaboraciones esporádicas con Pascal Comelade.
Diez canciones frescas como el rocío
Después de la crudeza y la sinceridad de Lladregots, su debut en solitario, ahora Xarim presenta La rosada (El rocío) donde Aresté aparca la guitarra. O mejor dicho: aparca una forma de tocar la guitarra para relacionarse de otra manera, nueva, fresca, con su instrumento de siempre. La guitarra es la base de todo, sí, pero no reclama protagonismo sino que deviene almohada, al servicio de las necesidades más básicas de cada canción.
El viejo guitar-hero deja atrás los solos y los riffs pirotécnicos para convertirse en un artesano de las canciones.
Además, Xarim muestra también una nueva forma de cantar, más serena, más cercana, a pesar de no renunciar, cuando hace falta, a aquella voz casi desgarrada que ya es parte de su identidad musical. En La rosada Xarim aborda un rock mucho más lírico o, por decirlo de otra manera, más cantautoril, más elaborado, donde traspasa la barrera de los "tres acordes" y trabaja las armonías con gran maestría.
Es así que las pinceladas musicales que encontramos en este disco son incalculables. Del folk más desnudo —Bon vent (Buen viento), Lleons marins (Leones marinos)— a un impresionismo propio de los Beach Boys o The Dodos —Pensant en cercles (Pensando en círculos)—; del arrebato balcánico —Ple de gom a gom (Lleno hasta la bandera)— al crudo intimismo de Jo t’estimo (Yo te quiero), quizás la pieza más sincera del disco.
Gotas de jazz manouche, aromas de Marc Ribot y Tom Waits, salinidad mediterránea —Quatre fulles (Cuatro hojas)— y un medio tiempo de escuela Van Morrison del calibre de La Santa Espina. Y no nos olvidemos del mordaz tema que abre el disco, A l’Univers li sua (Al Universo le la suda), para recordarnos como resbalan, al resto de la humanidad, la mayoría de cosas que proclamamos a los cuatro vientos por las redes sociales.
La rosada es un disco luminoso, edificado sobre una base austera pero sólida, con los adornos justos que reclamaba cada canción. Es una obra pensada y construida en primera persona, que crece con las aportaciones de grandes músicos amigos.
Después de dar forma al esqueleto del disco en la intimidad doméstica, Xarim Aresté destiló su esencia para enriquecer la paleta de colores en el estudio con la complicidad de un compañero ya habitual de viaje, Ermengol Mayol.
Poesía y banda sonora
La rosada llega acompañado de un CD de regalo llamado Cine Ebro, con 17 miniaturas musicales que podrían ser bandas sonoras de películas imaginarias, un experimento colorista que Xarim ha querido ubicar en el viejo cine de Flix donde su abuelo había ejercido tiempo atrás de proyeccionista. Un inspirado trabajo que muestra otra faceta no menos interesante de su talento creativo.
La otra sorpresa es literaria. La editorial 66RPM publica estos días, también coincidiendo con la salida del disco, el primer libro de poemas firmado por Xarim Aresté, Catacumba umbilical.
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