Novedad discográfica

Acerca de un disco «Absolutamente» Quilapayún

por Xavier Pintanel el 15/12/2012 

El nuevo disco de la agrupación dirigida por Rodolfo Parada y Patricio Wang Absolutamente Quilapayún es más que un CD. Es la esperanza de que el Quilapayún todavía no está muerto.

Quilapayún-Parada/Wang

De izquierda a derecha: Patricio Castillo, Mario Contreras, Rodolfo Parada, Patricio Wang, Rodrigo González y Álvaro Pinto.

© Christian McManus

Josefina Echenique

De izquierda a derecha: Patricio Wang, Patricio Castillo, Sergio Arriagada, Mario Contreras, Rodrigo González y Rodolfo Parada.

Últimamente éramos muchos —o pocos, ya no sé— los que creíamos que el Quilapayún —sin apellidos— estaba agonizando. Las constantes disputas, litigios, boicots, declaraciones desafortunadas y desmañados trabajos en Photoshop intentando borrar lo que está escrito en la historia habían menoscabado la actividad creativa del grupo.

Por un lado la agrupación dirigida por Eduardo Carrasco que, al no estar profesionalizada —es decir, la mayoría de sus componentes no viven de la música—, tuvieron la ingeniosa idea de crear un "elenco chileno" y otro "elenco francés" para poder estar presentes en América y Europa rebajando costes, pero que, a cambio, dificultaban la cohesión musical al presentarse siempre con formaciones distintas que impedían además la búsqueda de nuevos caminos y obligaban a vivir de la renta de Luis Advis y Víctor Jara.

Por otro lado la dirigida por Rodolfo Parada y Patricio Wang, sin disco nuevo desde la aparición en septiembre de 2003 de la agrupación de Carrasco y con una actividad más reducida al no poder estar en dos continentes a la vez.

Además, los materiales nuevos aparecidos —todos de la agrupación de Carrasco— no daban demasiado crédito a la esperanza. El reencuentro, un material en vivo, más que discreto; Siempre, un disco olvidable; Solistas, una broma de mal gusto; y Homenaje a Víctor Jara, un disco de covers no mejor que algunos bootlegs que corren por Internet; auguraban que corrían malos tiempos para la lírica en el Quilapayún.

Alguien con una cierta dosis de ingenuidad podría creer que con este panorama la agrupación de Parada y Wang lo tenía muy fácil: cualquier disco hecho con un poco de talento, musicalidad y respeto superaría fácilmente el listón que la agrupación de Carrasco había dejado. Pero las cosas no funcionan así. El prestigio es difícil de ganar y fácil de perder y la industria discográfica y los programadores de conciertos no están para experimentos, ni para correr riesgos innecesarios con un público tan confundido entre una disputa que siempre le ha sido ajena.

Si la agrupación de Parada y Wang quería llamar la atención, debería hacerlo no con un disco mejor que el de sus adversarios —cosa fácil—, sino con un disco a la altura del Quilapayún de antes, del Quilapayún de siempre. Un disco absolutamente Quilapayún.

Supongo que Rodolfo Parada, Patricio Wang, Patricio Castillo, Álvaro Pinto, Mario Contreras, Rodrigo González y Sergio Arriagada —este último como "músico colaborador" por sus obligaciones con Los Calchakis, pero a estas alturas tan Quilapayún como cualquier otro— eran conscientes de ello y por eso —y no nos engañemos, por un tema financiero— han tardado tantos años en entregarnos un nuevo material discográfico.

En todo caso la espera ha valido la pena y el reto ha sido superado con creces. El título del disco, Absolutamente Quilapayún —más allá de la puya que los Parada/Wang's envían a los Carrasco's en respuesta a su "Siempre" y que, personalmente, me trae sin cuidado— define perfectamente este trabajo y, de hecho, su contenido está minuciosamente pensado para que sea así.

Siguiendo la máxima "tradición y modernidad" —lema adoptado por la agrupación— el disco empieza con una versión del tema de Violeta Parra Según el favor del viento —tradición— y sigue con Transiente, tema ya aparecido en el Tralalí Tralalá, escogido seguramente por ser uno de los temas más al límite del Quila—modernidad.

El álbum sigue con otra excelente versión "marca de la casa", es decir, de esas que dan otra lectura del original o incluso lo llegan a mejorar. Se trata además de una canción de un referente no chileno, Daniel Viglietti, con lo que afirman su posición latinoamericanista. Se trata de una bella versión de Por ellos canto.

En el cuarto track retoman un tema antiguo, Manuel Ascencio Padilla, aparecido en el Quilapayún Tres, que les sirve como homenaje a uno de esos nombres imprescindibles en la historia del grupo, Sergio Ortega. Y lo hacen con una nueva versión a ritmo de candombe como una alegoría de la renovación del grupo.

Hasta ahí podríamos decir que llega la introducción del disco: en este punto ya se han fijado, a modo de manifiesto, las directrices del grupo. A partir de ahí empiezan las nuevas composiciones del grupo.

Primero, una hermosa canción, Siete por ocho, con una dimensión poética e intimista no muy frecuente en el grupo: "Siete veces por el suelo, ocho veces de pie / es mucha derrota, pero también mucha valentía / pareciera que la vida vale nada / pero nada vale una vida".

Le sigue la musicación, al más puro estilo del Quilapayún, de Con la primavera, un poema de Pablo Neruda, otro de los referentes del grupo.

La séptima pista del disco es Chilandó, un divertimento muy pegadizo y muy bien trabajado a mayor lucimiento de las voces de Álvaro Pinto, Patricio Castillo y Mario Contreras.

En la siguiente pista recuperan El gavilán de Violeta Parra del disco La revolución y las estrellas en la voz de la joven Josefina Echenique, muy correcta técnicamente pero que no llega a los niveles de expresividad de las versiones de Isabel Parra o Pascuala Ilabaca.

Llegamos al octavo corte con una bellísima canción, Ramona Parra, en donde Mario Contreras se estrena como compositor.

Álvaro Pinto se estrena también como compositor en el siguiente tema, Rosa de los vientos, un excelente texto de Patricio Castillo, en donde el joven integrante ha sabido captar perfectamente la esencia del Quilapayún.

La indiferencia, otra hermosa canción, es uno de los temas más combativos del disco: "En el combate está la dignidad / La indiferencia es bárbara". Curiosamente está cantado en primera persona seguramente para darle más lírica y menos épica.

Esta primera parte del álbum, que han titulado "Hoy por hoy" finaliza con Aquí estamos, publicada anteriormente en el disco colectivo Canto por el cambio, una canción sin mayor interés pero que en este punto del disco toma su verdadero valor y cierra el disco con una acertada dosis de trascendencia.

Y digo que cierra el disco por que la segunda parte del álbum, titulada "Homenaje a Salvador Allende" funciona a modo de bonus track sin otro interés que el poder escuchar la versión del Canto a la Pampa en la voz de Patricio Castillo que no desmerece en nada a la original del desaparecido Willy Oddó y que cuenta además con una versión en vivo de Allende y la enésima versión de La Batea, una canción demasiado gastada de tanto usarla.

Absolutamente Quilapayún es un buen disco, a la altura del buen Quilapayún de siempre. Y visto el momento de creatividad por la que pasan sus componentes, el próximo puede ser mejor. Solo necesitan un poco más de plata y la tranquilidad necesaria para poder estar más pendientes del pentagrama que de las leyes y las amenazas.

Yo soy de los muchos —o pocos, ya no sé— que siempre hemos creído que el conflicto de los quilapayunes no se decidiría en los juzgados, sino en el escenario que es donde deben decidirse este tipo de litigios. Si esto es así, hoy por hoy, el grupo dirigido por Parada/Wang le está ganando por goleada al de Carrasco.

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