Festival BarnaSants 2009
Presentado el documental que narra la matanza en la Escuela Santa María de Iquique
El documental está basado en la “Cantata de Santa María de Iquique”, compuesta por Luis Advis para el grupo Quilapayún y que ha sido considerada la obra cumbre de la música popular de América Latina del siglo XX
El documental está basado en la “Cantata de Santa María de Iquique”, compuesta por Luis Advis para el grupo Quilapayún y que ha sido considerada la obra cumbre de la música popular de América Latina del siglo XX
Ayer se presentó en Sant Cugat del Vallés (población cercana a Barcelona) dentro del marco del Festival BarnaSants el documental escrito y dirigido por Juan Pablo Minguillón “Santa María de Iquique, cien años después”.
En el documental una joven escritora se traslada a una nueva ciudad el día 21 de diciembre de 2.007. Entre las cajas de la mudanza hay una que contiene los discos heredados de su padre. Uno de esos discos es La Cantata de Santa María de Iquique de Luis Advis interpretada por el grupo Quilapayún. Escuchamos La Cantata mientras un grupo de diferentes personalidades del mundo de la cultura nos van contando, nos narran, "aquello que la historia no quiere recordar", sus vivencias, sus impresiones. Ella recuerda, escucha y, finalmente, escribe.
El documental analiza la secuencia histórica de los hechos ocurridos aquel 21 de diciembre de 1.907 (hace ahora cien años) a través de testimonios de distintas personalidades y, fundamentalmente, a través de la obra de Luis Advis con la grabación de un concierto de La Cantata por parte de Quilapayún-Carrasco en Talca (Chile) el de agosto de 2007 acompañados por la Orquesta Juvenil de la localidad.
Entre los participantes en el documental se encuentran: Bernardo Guerrero (sociólogo), Joan Turner (viuda de Víctor Jara), Hernán Rivera Letelier (escritor), los hermanos Antonio y Vicente Larrea (diseñadores de la portada del disco), Patricio Advis (hermano de Luis y arquitecto), Mario Zolezzi (investigador), Ximena Salazar (periodista) y los componentes del Quilapayún-Carrasco (Eduardo Carrasco, Carlos Quezada, Hernán Gómez, Rubén Escudero, Hugo Lagos, Guillermo García, Ricardo Venegas, Ismael Oddó y Sebastián Quezada).
Participan también músicos, cantantes y trovadores españoles como Miguel Ríos, José Antonio Labordeta, Paloma San Basilio, Luis Eduardo Aute, Víctor Manuel y Rosa León, que cuentan la influencia que ha ejercido la Cantata en su obra y en la música en general.
Además cuenta con la participación del escritor, premio Nóbel de literatura, José Saramago y de la escritora, premio Planeta, Rosa Regás.
El tratamiento que da Minguillón a la historia es fresco, honrado, sin añadir más dramatismo al que contiene en sí la propia obra. El director no se inmiscuye en la historia, deja hablar a los personajes, creando así un calidoscopio de opiniones, piezas de rompecabezas, que acaban construyendo una historia.
Gran acierto el de utilizar como narradores de la Cantata a los propios entrevistados. Así, en un blanco y negro muy expresivo —a lo Juan Miguel Morales— van desfilando desde Joan Jara a Saramago, pasando por Aute, Víctor Manuel, Miguel Ríos o Rosa León, leyendo fragmentos del recitado, es un lujo y un privilegio y, además, añade a la obra un cierto grado de complicidad.
Si la película adolece de algo es de una cierta superficialidad. Se magnifica la anécdota y se ignora lo importante En cuanto a la historia de la masacre, el planteamiento es bastante simple. Se pasa de puntillas por cómo se generaron las condiciones que propiciaron primero el conflicto y luego la matanza. En cuanto a la obra en sí se ignoran aspectos importantes y polémicos: las difíciles relaciones entre Luis Advis y los Quilapayún que desembocaron casi en una ruptura cuando éstos le pidieron a Julio Cortázar que “corrigiera” los textos del autor; los detractores de la Cantata —que los hubo— en tiempos de la Unidad Popular. En ningún momento se habla de la importante labor del desaparecido Héctor Duvauchelle como relator.
También se echa en falta la ausencia de dos miembros fundamentales del grupo que grabó la versión original de 1970: Patricio Castillo y Rodolfo Parada. Supongo que en medio del conflicto en que están sumidos los Quilapayún, ese “olvido” habrá sido el peaje que Juan Pablo Minguillón habría tenido que pagar para obtener la colaboración de los otros.
Aun así —superficial o no, con olvidos premeditados o inconscientes—, el documental merece ser visto y saboreado y es una excusa más para volver a escuchar esta obra cumbre de la música chilena del siglo XX.
Como dice el premio Nóbel de Literatura José Saramago en los fotogramas finales de la película: "Deseo para este documental que encuentre ojos para verlo, oídos para escucharlo y sensibilidad para entenderlo".
Que así sea.
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