Albert Fibla: Retratista generacional
Concierto: Albert Fibla. BarnaSants
Lugar: Luz de Gas
Fecha: 20 de enero de 2008
Albert Fibla presentó su esperado tercer disco El món es mou (El mundo se mueve) en Barcelona, con la atención del público puesta exclusivamente en sus canciones y con una buena banda acompañando su interpretación tal como requería la ocasión, un ambiente bien diverso del de los bares de copas que han sido su mejor escuela y en los que canta habitualmente, sólo y en compañía de su guitarra, un ambiente que ha querido reflejar con fidelidad en una de sus nuevas canciones (Balmes, 129).
El tercer disco no es labor fácil cuando los dos anteriores trabajos habían dejado ya muy buen sabor de boca, dos discos previos con el mérito de haber dejado su huella artística en forma de un buen conjunto de canciones que permanecen en la memoria como pude comprobar al escucharlas de nuevo en directo en esta nueva presentación en la Sala Luz de Gas: Sense dormir, Crema catalana, Volia volar, Un nom de dona, Una flor a la solapa, El club dels solitaris o El vals de la ingenuïtat. Cómo disfruté escuchando de nuevo estos grandes temas ya conocidos, no hay mayor triunfo para un cantautor -para cualquier creador- que su obra sea reconocible y recordada con gusto con el paso del tiempo.
En esta tercera entrega tras Senzill (Picap, 2004) y El vals de la ingenuïtat (Picap, 2005), Albert Fibla canta nuevamente y fundamentalmente a los sentimientos de una manera intimista (Mai no he dit, De bona lluna) y además sigue atento a su entorno observando la realidad cotidiana que le rodea, cantando a la soledad de una manera positiva (Sol, solter), al desamor (Ombra, Cançó d'hivern, No puc plorar per tu), denunciando la violencia machista (Potser amb una cançó) , dibujando retratos certeros en distancias cortas, reflejando su mundo más cercano y por empatía el de su generación, incluyendo sus dificultades (Mal viatge). Una generación que ha entrado en este nuevo siglo XXI pasados los treinta, con su juventud ya suficientemente experimentada y prolongada hasta límites nunca antes superados en tiempo (Digue'm pecador).
Retratos de individuos que habitan, que habitamos, una sociedad marcada por nuevos hábitos, en un mundo globalizado repleto de pequeñas soledades con nuevas costumbres en las relaciones interpersonales, relaciones condicionadas y fomentadas por las nuevas tecnologías, que ya no lo son tanto al estar plenamente integradas en nuestras rutinas desde hace años.
Somos capaces de establecer comunicación con gentes de todo el mundo con inquietudes similares a la nuestras pero sin embargo hemos cambiado y en ocasiones hasta hemos perdido la medida en las distancias cortas, de esta gran revolución social habla Fibla en alguno de los mejores temas del disco (Entre la multitud), esta generación tiene una forma diferente de entender la vida, el mundo avanza y muda en su continuo ir y venir, llevado por su propio movimiento, nosotros lo hacemos girar y girar y a la vez cambiamos sin pausa, no hay vuelta atrás (Pel que pugui passar).
Una cotidianeidad mutante que precisa de nuevos cronistas que reflejen estas nuevas realidades en sus canciones, un mundo que como queda claro en el disco es otro mundo, el mundo se mueve y así lo canta Albert Fibla, en primera persona como parte integrante y como testigo de este mundo en continuo cambio.
En directo, Albert Fibla muestra sus mejores galas sobre el escenario cuando exprime su faceta de seductor, cuenta con grandes recursos expresivos que le aproximan al público y esa comunicación se estrecha y se enriquece cuando cautiva al personal con el bendito juego de la seducción que cada vez domina mejor.
Para completar el disco, entre los catorce temas de la grabación hay además espacio para un homenaje a su madre (Mari), para una definición del carácter del pueblo catalán, de lo que es en realidad y lo que espera ser un día o no (Pel seu nom), tema que se convierte en el primer single para la promoción del disco.
Técnicamente más elaborado que los anteriores, con unas formas musicales más evolucionadas y variadas, cuenta con la colaboración en segundas voces y coros en algunos temas de cantantes amigos como Gerard Quintana, Jordi Belza, Litus, Xavier Túrnez (de Túrnez i Sesé) o Laia Rius.
Ya van tres y Albert Fibla sigue consolidándose como autor con El món es mou, sigue sin duda definiéndose con trazo fino y buena música como un gran retratista de su generación, que la industria y los medios le favorezcan en dar a conocer sus canciones.
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