Silvio Rodríguez de gira por los barrios de La Habana

«Mientras más barrios visitamos...»

por Víctor Casaus el 02/06/2012 

La iniciativa de Silvio ronda la treintena de conciertos llevados a los barrios más complejos, menos favorecidos de La Habana, desde finales del año 2010. Los dos más recientes —el viernes y el domingo pasados— tuvieron como escenario los paisajes cotidianos de Moro-Portocarrero en Mantilla y de Pocitos-Palmar en Marianao.

Concierto de Silvio Rodríguez en un barrio de La Habana.

© Víctor Casaus

Niurka González y Silvio Rodríguez en concierto en el barrio de Mantilla en La Habana

© Víctor Casaus

Víctor Casaus interviene en el concierto de Mantilla como parte de la gira de Silvio Rodríguez por los barrios más humildes de La Habana.

En cada uno de ellos —en el cruce de calles asfaltadas o no; frente a la escuela primaria del lugar; en el terreno que el concierto convierte, momentáneamente, en plaza adornada, en sitio de reunión— Silvio y sus músicos han compartido las excelencias de sus sonidos, la complejidad de sus palabras. “Es un momento mágico”, me dijo un amigo latinoamericano, en uno de esos barrios, a principios de este año.

Creo que esa magia terrenal y cotidiana viene desde la raíz de esta idea y la transita a lo largo de los meses, hasta llegar a esos rostros que observan los trajines preparatorios del concierto, la instalación de la tarima y de las luces, las pruebas del sonido en los altavoces a los lados de la calle. “Me dijeron que venía, y yo dije: na. ¿Va a venir aquí?”, y el que me lo dice, en medio de uno de los primeros barrios, señala con un gesto entre cómplice y todavía asombrado a los músicos que han subido a la tarima para comenzar un concierto diferente.

La diferencia está, sin dudas, en la esencia de esta iniciativa. Se trata de una presentación que no es anunciada por los medios, no se convoca a la gente de la ciudad para que asista: es el concierto de la gente de ese barrio, familiar y único.

Por ello, todo tiene una dinámica propia, también diferente. El público no está ahí, esperando en su luneta a que aparezcan los artistas cuando se descorra el telón. De hecho, no hay telón, y lo que domina el fondo del escenario improvisado es la bandera cubana, que a veces se reproduce en alguna ventana vecina o en la gorra de un espectador. Tampoco hay lunetas: está la calle, que se irá poblando de vecinos en la medida en que la música los llame desde los altavoces. Y están los palcos del día, instalados en los balcones colindantes o en las azoteas precarias.

Las primeras filas tienen destinatarios naturales: los niños y las niñas del lugar, testigos y participantes de esta fiesta sorpresiva y sorprendente. Desde allí van a corear las canciones que conocen, a pedir que se cante alguna que falta, a regalar los aplausos más fuertes y las risas más amplias. Ellos están en la línea delantera de una conversación que se producirá durante unas dos horas, entre las canciones que bajan desde la tarima y las voces y los cuerpos que las replican a lo largo de la calle.

“Silvio, gracias por existir”, grita alguien que participa en ese diálogo ayer en Pocitos-Palmar, en esa fracción de silencio que media, a duras penas, entre canción y canción. “Gracias porque existimos todos”, devuelve el trovador, antes de iniciar los acordes de la canción que sigue, que puede ser declaración de principios o desgarradura del amor o ternura de algún enanito feliz o indagación sincera sobre los avatares —entusiasmados o angustiosos— de la Isla a la que pertenece este barrio.

El trovador ha traído invitados a cada uno de estos conciertos: intérpretes exquisitos de la llamada música culta, percusionistas que suenan desde la tradición de la rumba o “hermanos de oficio” que suben, guitarra en mano, a compartir lo que traen con la gente del lugar. En Moro-Portocarrero es Santiago Feliú, que anda cumpliendo sus cincuenta años en estos días y que recuerda desde ahí algún momento de su infancia por aquellos territorios.

Este recorrido, acompañando los conciertos de Silvio por  los barrios, ha servido también de aprendizaje —o al menos, de sugerencia— para algunos trovadictos reincidentes. “Además de disfrutar las canciones de Silvio en estos escenarios distintos, he encontrado lugares desconocidos de la ciudad donde vivo hace más de treinta años”, me dice la hija de una amiga querida, cuando regresábamos de un concierto en el oeste de la capital. Y muchos aprenden —aprendemos— en estas tardes-noches, mientras más barrios visitamos.

Por suerte, no he estado al margen de esos aprendizajes, de aquellas nostalgias, en estos escenarios/territorios —físicamente precarios, humanamente deslumbrantes—  que he tenido la suerte de recorrer acompañando a las gentes que traían sus canciones, sus músicas, sus palabras.

A veces ha sido descubrir la maravilla en la contradicción: vecinos hoscos repentinamente conmovidos por una melodía clasificada como infantil; vecinas en chancletas acompañando con sus voces canciones de complejas metáforas. Otras, como en Mantilla: levantar la vista del escenario y encontrar la fachada de la escuela primaria donde dejaríamos esa tarde la donación de libros y publicaciones que este proyecto también trae a los barrios. “Gerardo Abreu (Fontán)” se lee en la fachada de ese edificio que yo vi proyectarse, varias décadas atrás, en mi primer empleo de mecanógrafo incesante, en el recién estrenado departamento de educación de la ciudad, y ahora está ahí, retando a su manera al tiempo y trayendo aprendizajes y nostalgias.

“Mientras más barrios visitamos, más me alegra haber emprendido este trabajo”, escribe el trovador la mañana de este domingo que pasó, después de Mantilla y al borde de Pocitos-Palmar.

“Mientras más duras realidades, más buena la cultura. Mientras más necesidad, más gratitud”, nos dice. Sí, la cultura pensada de esta forma, traída de esta forma, sentida de esta forma. Como un acto complejo, irreverente, humanísimo de amor.

LO + LEÍDO
1.
«El covard» de Josep Andújar “Sé”, esencia mediterránea
[28/08/2025] por María Gracia Correa

El Covard (El cobarde) es el décimo disco publicado por el cantautor catalán Josep Andújar “Sé”. Incluye una habanera titulada Onades dins del cor (Olas en el corazón), escrita por el autor con música de Llorenç Fernández, canción que encarna la esencia de este nuevo trabajo realizado por un artista ligado a sus orígenes, al mar Mediterráneo, a la “Cançó de taverna” y marinera, a una cultura de tierra y mar que tras sus muchos años de oficio sigue aflorando en todas sus composiciones.

2.
Fallece Enric Hernàez
[19/08/2025]

El cantautor barcelonés Enric Hernàez ha muerto a los 68 años. Considerado uno de los nombres más personales de la generación posterior a la Nova Cançó, exploró con libertad estilos como el pop, el jazz, la bossa nova y el rock, así como la musicalización de poesía.

3.
Miguel Poveda celebra los 20 años de «Desglaç» con una reedición y el estreno de «Si el món fos»
[05/09/2025]

El cantaor Miguel Poveda conmemora las dos décadas de su homenaje a la poesía catalana con una nueva grabación junto a la Cobla La Principal del Llobregat, sobre un poema de Joana Raspall y música propia.

4.
Charly García anuncia una colaboración con Sting
[02/09/2025]

El músico argentino Charly García y el exlíder de The Police Sting anticipan el lanzamiento de una canción conjunta para octubre de 2025, más de tres décadas después de haber compartido escenario en la gira "Derechos Humanos Ya".

5.
Raül Refree y Niño de Elche anuncian «Cru+es», su nuevo trabajo discográfico
[05/09/2025]

Cru+es, el nuevo disco conjunto del productor y multiinstrumentista Raül Refree y el vocalista y performer Niño de Elche, se publicará el 10 de octubre tras cuatro años de exploración en directo con Ecstasis y presenta una propuesta de alto voltaje emocional, con piezas que transitan entre el ambient, la distorsión y el misticismo sonoro.