50 años de carrera
Joaquín Díaz, la protesta silenciosa a través de la música y la investigación
El musicólogo y etnógrafo Joaquín Díaz renunció a la fama y a la popularidad como intérprete en 1974, se bajó de los escenarios cuando imperaba la canción protesta para expresar el disgusto a su modo: en silencio, a través de la recuperación e investigación de la cultura tradicional.
El musicólogo y etnógrafo Joaquín Díaz renunció a la fama y a la popularidad como intérprete en 1974, se bajó de los escenarios cuando imperaba la canción protesta para expresar el disgusto a su modo: en silencio, a través de la recuperación e investigación de la cultura tradicional.
Documental sobre Joaquín Díaz.
EFE/Roberto Jiménez - "Cada uno protestaba a su manera y la mía consistía en decir que estábamos equivocándonos sin calcular las consecuencias", explica Joaquín Díaz (Zamora, 1947) en una entrevista con la Agencia Efe, dos días antes del homenaje que le tributará la Diputación de Valladolid por sus cincuenta años de compromiso con la cultura.
Paco Ibáñez, Luis Eduardo Aute, José Antonio Labordeta, Jarcha, Patxi Andión, Lluís Llach, Marina Rossell y Víctor Manuel, entre otros, apostaron por la vía musical para manifestar el descontento social, mientras Díaz prefirió restañar las vías de agua de una sociedad en quiebra que dejaba paso al desarrollismo con el peaje de la pérdida de un patrimonio inmaterial de siglos, transmitido de generación en generación por vía oral y que había que preservar.
"Bastaba con salir a la calle, o ni siquiera eso, para darse cuenta. Faltaba sentido común y sobraba soberbia. Entonces nos creíamos los dueños del mundo y lo del pasado nos sonaba a cuento digno de olvidar", evoca ahora este músico, compositor y escritor que a lo largo de su vida solo ha renunciado a las cosas importantes "o que yo juzgaba necesarias para vivir o realizarme", matiza.
Fue a los 17 años, en junio de 1964, cuando en compañía de tres amigos del Colegio Nuestra Señora de Lourdes, de Valladolid, se presentó en el programa de TVE "Salto a la fama" que dirigía José Luis Uribarri, el principio de este medio siglo de una vida íntegramente dedicada a un firme propósito.
"Cada uno de nosotros somos portadores de una tradición que hemos recibido con nuestra educación y que tendremos que seleccionar y usar con acierto. Nos convertimos, por tanto, en depositarios de un patrimonio", ha reflexionado.
Consciente de esa responsabilidad, Díaz cerró casi una década (1964-1974) de conciertos en colegios mayores, campus universitarios y festivales donde no solo interpretaba sino que también explicaba el origen y contexto de las canciones tradicionales que él mismo recopilaba y ponía música.
"Siempre he sido una persona atenta a lo que me rodeaba y con muchos planes a medio y largo plazo. Soy bastante tenaz y un poco cabezota. Lo que me parece que se puede y debe hacer, lo emprendo con todas las de la ley", ha justificado.
Inició así una nueva etapa en la que promocionó la música tradicional o folk desde la revista "Mundo Joven", a través de programas de radio, incluso de un sello discográfico con el que lanzó a la fama a grupos como Nuestro Pequeño Mundo y a la vocalista Cecilia, y se convirtió a pesar de su juventud en un referente.
Contactó con Pete Seeger, introdujo en España la música de Bob Dylan, visitó a las comunidades sefardíes en la diáspora estadounidense y recuperó así el viejo tesoro musical de los judíos expulsados de España en 1492, y de paso la lengua en la que hablaban, el ladino, un castellano antiguo que cantó en la grabación de varios discos.
Con la llegada de la democracia y el Estado de las Autonomías, la cultura tradicional experimentó un resurgir beneficioso "porque se editaron muchos libros y discos" referentes a cada comunidad, pero en ocasiones ese trabajo "era un poco forzado y falso para tratar de hacer que existieran patrimonios que ya tenían nombre y entidad sin necesidad de rebautizarlos", ha precisado.
Desde hace casi un cuarto de siglo, Díaz se trasladó a Urueña (Valladolid), donde dirige el Centro Etnográfico de Documentación que lleva su nombre y gestiona la Diputación de Valladolid, un lugar de consulta, investigación y depósito de la cultura tradicional en sus diferentes campos.
"Lo que nos identifica y define como sociedad es como un álbum familiar con las fotografías de nuestros padres, abuelos y tatarabuelos junto a las nuestras y que, de vez en cuando, conviene echar un vistazo para observar parecidos y diferencias", ha anotado.
Joaquín Díaz, custodio y referente, introdujo en la universidad (de Valladolid) el estudio de la tradición a través de una cátedra, consciente de que la antropología no es la única ciencia que define al ser humano y ha configurado a las diferentes sociedades.
Por todo ello, además de por la Revista de Folklore que cuida y mantiene desde hace más de treinta años, otra forma de evitar pérdidas patrimoniales, Díaz será homenajeado este viernes con el estreno de un documental y una exposición sobre su obra, y el colofón de un concierto homenaje en el que han confirmado su presencia, entre otros, Paco Ibáñez y Martirio.
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