Después de tres años de ausencia, Francisco Espinosa regresó a Barcelona para ofrecernos un concierto fresco y reivindicativo en el entorno del Festival BarnaSants.
Francisco Espinosa es un trovador de los de antes. No porque su música suene antigua, sino porque es un trovador al uso: comprometido y con un camino personal.
Que es comprometido lo vimos desde la primera canción Mi mano izquierda: “Pero la izquierda es para mí / la de los sueños, la de escribir / la que señala donde hay que ir / la que os muestra lo bueno en mí” y siguió con el cambio climático, la homosexualidad, la guerra de Irak, los atentados del 11-M, la libertad de expresión, temas todos ellos presentes en su último disco “Años y prejuicios” que vino a presentarnos y que puede descargarse gratuita y legalmente desde su página WEB franciscoespinosa.com.
Que tiene un camino personal salta a la vista —y se agradece— que no aparezca Silvio o Serrat o Sabina detrás de cada acorde. Podría recordar como mucho a Pablo Guerrero, pero más por coincidencia de caminos que por mimetismo.
Fran Espinosa se presentó en el escenario del Harlem Jazz Club con una banda compuesta por su hija Marta Espinosa, a los coros y al piano, con el cantautor Javi Jareño ejerciendo en esta ocasión de guitarrista acompañante, por el bajista portugués Amgodnu y por el percusionista José Granados.
Mención especial para Marta que, con quince años, nos sorprendió con una madura composición suya en letra y música titulada La misma historia en donde la jovencísima trovadora reflexiona sobre la diferencia de sexos y la manera en que nos educan desde pequeños para asumir un rol concreto.
Un concierto emotivo, ameno y reivindicativo donde, a parte de sus clásicos Que se vayan o Leyendas interpretó casi en su totalidad las canciones de su nuevo disco. Canciones frescas. Canciones rojas.
![]() Francisco y Marta Espinosa 
© Xavier Pintanel 
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