El cantautor chileno Manuel García considera que "la canción protesta de carácter político se ha ido convirtiendo en canción latinoamericana de carácter social", pero "sigue siendo necesaria como forma de reflexión".
En su opinión, hay una evolución de ese estilo al que se han incorporado "nuevas influencias de otras músicas y pensamientos en épocas de la globalización y en tono de posmodernismo" y que han llevado a la canción protesta a ir "de la mano de los cambios universales".
Mañana viernes dará inicio la vigésimo primera edición del festival La Mar de Músicas de Cartagena (España) que se prolongará hasta el 25 de julio y que este año está dedicado a Chile y cuya participación abrirán Camila Moreno y Ana Tijoux y continuará el domingo con Manuel García —acompañado de Pedro Guerra— y el elenco europeo de Quilapayún-Carrasco en un homenaje a Víctor Jara.
El sonido jamaicano representado por Jimmy Cliff, uno de sus pilares fundamentales; y el africano representado por una de sus cabezas más visibles, el marfileño Tiken Jah Fakoly, se darán la mano para abrir la vigésimo primera edición del festival.
Chile, capital Cartagena. Del 17 al 25 de julio La Mar de Músicas acogerá en esta localidad murciana el mayor desembarco cultural que se haya hecho en España de la cultura chilena. Arte, cine, literatura y sobre todo música del país latinoamericano protagonizarán esos días las actividades del festival que organiza el Ayuntamiento de Cartagena y que llega a su 21ª edición.
Para muchos, el despertar de la música chilena comenzó con Violeta Parra, a la que Pascuala Ilabaca recordará.
Ana Tijoux, Astro, Camila Moreno, Chico Trujillo, Francisca Valenzuela, Gepe, Javiera Mena, Melissa Aldana, Pascuala Ilabaca y Manuel García serán los protagonistas de la selección musical chilena del festival La Mar de Músicas que del 17 al 25 de julio celebrará en Cartagena (España) su vigésimo primera edición.
El cantautor y poeta extremeño Pablo Guerrero, autor de A cántaros, murió a los 78 años en Madrid tras una larga enfermedad; su obra unió canción, poesía y compromiso político durante más de medio siglo.
En un Palau Sant Jordi abarrotado, Joaquín Sabina se despidió de Barcelona con un concierto que fue al mismo tiempo un inventario de vida y un abrazo multitudinario a través de veintidós canciones que, tras más de medio siglo de carrera, ya no le pertenecen solo a él.
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