Decía Santa Teresa de Jesús que la verdad padece, pero no perece. Vamos a darle la razón que para eso es una santa.
En una de mis argumentaciones comentaba la existencia de dos elencos distintos—uno americano y otro europeo— dentro de la formación liderada por Eduardo Carrasco.
El Harlem Jazz Club de Barcelona, propiedad del argentino Daniel Negro, acaba de recibir el premio en reconocimiento de la Industria Musical Enderrock por sus 25 años de vida. El Harlem es el símbolo de esos miles de locales esparcidos por el mundo de tamaño medio y pequeño que son el verdadero motor de la música.
Un satisfecho Daniel Negro recoge el premio y con un "voy a ser breve" —ser breve y argentino es un oxímoron— carga ferozmente contra las políticas culturales y los políticos con esa seguridad y lucidez tan propia de los que están acostumbrados a luchar en las trincheras: "La única política cultural que se practica es la del recorte".
El pasado viernes se inauguró en Vielha, en los Pirineos centrales, la decimoctava edición del Festival BarnaSants con un magnífico concierto de Enric Hernàez y Alidé Sans que nos recordaron de donde vienen los trovadores.
El nuevo disco de la agrupación dirigida por Rodolfo Parada y Patricio Wang Absolutamente Quilapayún es más que un CD. Es la esperanza de que el Quilapayún todavía no está muerto.
Por un lado la agrupación dirigida por Eduardo Carrasco que, al no estar profesionalizada —es decir, la mayoría de sus componentes no viven de la música—, tuvieron la ingeniosa idea de crear un "elenco chileno" y otro "elenco francés" para poder estar presentes en América y Europa rebajando costes, pero que, a cambio, dificultaban la cohesión musical al presentarse siempre con formaciones distintas que impedían además la búsqueda de nuevos caminos y obligaban a vivir de la renta de Luis Advis y Víctor Jara.
Paco Ibáñez, al que algunos consideran como el "padre" de la canción de autor en España, publica mañana 6 de noviembre su disco Paco Ibáñez canta a los poetas latinoamericanos en el que musica a Pablo Neruda, César Vallejo, Alfonsina Storni, Rubén Darío y Nicolás Guillén.
Pere Camps, fundador y director del BarnaSants —seguramente el festival de canción de autor más importante de Europa—, recibió el pasado viernes de mano del presidente de la Generalitat (gobierno catalán) Artur Mas, el Premio Nacional de Música. Siempre es buena ocasión para hablar con Pere, pero este merecido reconocimiento —al que se le sumará el próximo 27 de noviembre la Medalla de Honor de la Ciudad de Barcelona— es una buena excusa para conversar con él sobre cultura, política y las maltrechas relaciones entre España y Cataluña.
Pere Camps es un luchador, un resistente. Un hombre de trinchera. Un hombre, en el buen sentido de la palabra, bueno. Militante y leal, con la capacidad de crear militancias y lealtades. Cree que la política es la herramienta de los seres humanos para llegar a ser más felices.
El Gobierno español lo ha dejado bien clarito: la música, el teatro o el cine no son cultura, son "entretenimiento" a diferencia de los museos, archivos, bibliotecas y —por qué no decirlo— los toros que sí lo son.
Desde ayer y hasta mañana sábado se celebra en Barcelona la decimonovena edición del Sónar, uno de los festivales de música más importantes de Europa, y que se define como "Festival Internacional de Música Avanzada y Arte Multimedia".
La perversión del lenguaje —que no es otra cosa que menospreciar la tradición y el importante historial etimológico de las palabras— no es una cosa nueva.
Aprovechando su participación en el Festival Viva la Canción el pasado mes de mayo en donde compartió cartel con las mexicanas Carla Morrison y Natalia Lafourcade y el gallego Xoel López, tuvimos la ocasión de conversar con Francisca Valenzuela, uno de los valores más destacados de la joven canción chilena.
Compositora, cantante, escritora, periodista. A los 14 años ya había publicado dos libros, uno de cuentos, Abejorros/Madurar y otro de poesía en inglés Defenseless Waters.
El jueves 14 de marzo Mayte Martín presentó en el Teatro de la Maestranza de Sevilla su nuevo espectáculo: Tatuajes. Se trata de una colección de joyas de grandes autores universales llevados magistralmente al territorio particular de la artista. Con este concierto y con el disco que lleva el mismo nombre, rinde homenaje a la canción de autor más global, a la que traspasa fronteras y conforma una parte primordial de la memoria sentimental de diferentes generaciones.
Desde los veintiún años la argentina Carmen Aciar es una barcelonesa más, llegó para descubrirse en su arte por las calles de Barcelona, sumando sus propias historias desde que llegó en ese agosto de 2022 para habitar esta ciudad en sus incertidumbres, sus composiciones ya conforman su primer disco Historias mías.
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