Portada > Opinión (Órden cronológico inverso)
Han pasado ya más de seis meses desde aquel último e inolvidable concierto de Lluís LLach en Verges, su pueblo. Desde que anunciara su retirada, muchos fueron los homenajes y recuerdos que le hicieron/hicimos. Pero al final, se fue.
Tras los momentos iniciales, poco a poco se ha ido apoderando de mí la melancolía, la sensación de soledad. Nunca podré olvidar que fue tras escuchar un disco de Lluís Llach, siendo todavía casi un niño, cuando decidí agarrar una guitarra y empezar a hacer canciones.
Cuando me dijiste que tú no escuchabas ninguna canción que no estuviera escrita en tu lengua me dejaste ciertamente sorprendido. Yo te lo respeto, pero no te entiendo. Es como si me dijeras que sólo follas los días impares con mujeres de edad múltiplo de tres. Te lo respeto pero eres un poco burro. Siendo trovador como eres ¿cómo te puedes permitir no escuchar a
Brel, a
Conte, a
Afonso? ¿Cómo puedes renunciar así de un plumazo a toda la música que se está haciendo en Europa, en Turquía, en esa África emergente e insurgente? ¿Como puedes renunciar con tanta simpleza a
Llach, a
Raimon, a la mitad de
Serrat —y según los expertos la mitad mejor, si Serrat tiene mitades menos mejores?
Y cómo puedes, gilipollas, renunciar voluntariamente a escuchar a la Bonet.
por Miquel Colomer 03/09/2007
Hay personas a las cuales nunca les han emocionado las palabras, nunca les ha emocionado la audición de ninguna melodía. Y así van arrastrando su prepotencia. Y me viene a la memoria la figura del capitán Gerd Wiesler (Ulrich Mühe), uno de los protagonistas de la impresionante película "Das leben der anderen" ("La vida de los otros"). Quien la haya visto y la recuerde seguro que admitirá que el momento clave de la historia se produce cuando Wiesler, cumpliendo exactamente su obligación como miembro de la Stasi, escucha las palabras del dramaturgo Dreyman (Sebastian Koch) y de fondo la melodía de la "Sonata del buen hombre" y le cae una lágrima, la lágrima liberadora.
Ir a Zaragoza es la quintaesencia del ferrocarril. Incluso la palabra ferrocarril es excesiva para definir lo que se siente a bordo de un Alvia, que es para entendernos como lo que va a ser el AVE* pero a cámara lenta si se considera un trayecto lento, dos horas y media entre Barcelona y Zaragoza. Poco después de Roda de Berà el tren penetra en territorio AVE, los ejes se encogen y se experimenta la contradicción entre velocidad y silencio. En el exterior, la tranquilidad romana de los algarrobos. En el interior, la somnolencia del madrugador y el murmullo de pedir un café en voz baja.
Digamos que es un día de verano. Digamos que es un martes o un jueves, en cualquier caso uno de esos días que le quitan la razón a los días laborables.
Digamos que ella sale de su casa con esa blusa que muestra más de lo que oculta y propone más de lo que muestra, una falda más corta que la dicha del pobre y unas piernas tan largas como los dedos de Dios.
Digamos que sus dos nalgas se balancean desinhibidas al ritmo de 2/2 siguiendo el paso de sus pies: "biiim baaam, biiim baaam".
Digamos que sus pechos son como la gelatina de durazno y que la blusa que muestra más de lo que oculta deja marcados dos pezones que son como los ojos del Che en la fotografía de Korda, que no se sabe si miran al cielo o al infinito.
Hay que decir que bajo la dictadura de Franco se escribieron, editaron y cantaron las canciones más revolucionarias que se han escrito, editado y cantado nunca en Cataluña. En democracia no se escribieron de más bestias, y
Lluís Llach, por ejemplo, pasó de escribir "
La Gallineta", "
Campanades a Morts" o "
Abril 74" con Franco a escribir "
Insubmís" con Felipe González, que de ninguna manera se puede comparar con las tres anteriores ni en intensidad ni en belleza, y a escribir incluso "
Neofatxes globals" con Aznar, que directamente es una mierda.
Insinúa mi buen amigo
Fran Espinosa en el tercer capítulo de este largo culebrón sobre corridas y trovadores que en CANCIONEROS.COM se selecciona a los trovadores en función de su lugar de nacimiento. El amigo Espinosa intenta hacerme entrar en un jardín donde no pienso poner los pies. Sus insinuaciones son autocontestadas con la suficiente contundencia tan sólo observando la nómina en el apartado
cancioneros y añadiendo los que están en construcción.
De haber nacido en Úbeda…..
De haber nacido en Úbeda (Jaén), ¿habría sido Serrat apoyado por Xavier Pintanel, director de esta página como ha sido Serrat?.
De haber nacido en Úbeda (Jaén), ¿habría sido tratado Serrat con guante blanco por los medios de comunicación catalanes?.
Tengo un par de mangantes ya preparados, trabajando en la falsificación de mi partida de nacimiento, sustituyendo donde dice que nací en Madrid, en el barrio de Chamberí, por otra donde dice que nací en Barcelona, para ver si puedo colarme entre “ los grandes” en cancioneros.com”.
Quizás porque nací en un país donde
Francisco Franco era el
Caudillo por la gracia de Dios, siempre he sido muy crítico con los dioses. Y es quizás por eso que me gusta ver equivocarse a estas personas que con frecuencia uno tiende a sentarlos a la derecha —o a la izquierda según se mire— de Nuestro Señor. Eso los hace más humanos y menos divinos. Más falibles y, por lo tanto, mucho más cercanos a mí y a la gente que quiero.
Creo sincera y humildemente que Serrat —muy poco dado a equivocarse— no debió pasearse por La Monumental de Barcelona, en tendido cero y con sombrero Panamá de la mejor manufactura ecuatoriana, dando el cante con gente de malvivir, conociendo como conoce la trascendencia pública de sus acciones.
Leo con agradable sorpresa el email que ha mandado mi amigo Joan Carles al foro de Internet en el que ambos “militamos”. Nos habla del enfado que tiene al haberse enterado que Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat estuvieron el pasado domingo en la corrida de toros celebrada en Barcelona. Si, me habéis leído bien, digo “agradable sorpresa”, ya que es enternecedor que mi amigo, que ya no es un niño, se escandalice de determinadas actitudes de nuestros eternos cantautores.